La valla de Melilla se blinda de nuevo contra las avalanchas de inmigrantes irregulares con las polémicas concertinas, es decir, unas alambradas en espiral con cuchillas extremadamente cortantes que ante cualquier contacto con el cuerpo rasgan y provocan heridas.

Éstas se están colocando en la parte más alta del perímetro, y suponen el remate final a otra serie de remodelaciones que se llevarán a cabo durante las próximas semanas.

Durante la etapa de Zapatero en Moncloa, se instalaron concertinas como respuesta a los asaltos masivos, pero finalmente se retiraron ante las denuncias de las ONG por su carácter lesivo. La solución entonces fue sustituir estas alambradas por unos flejes de acero que provocaban inestabilidad en las largas escaleras que habitualmente utilizan los inmigrantes para saltar.

«Se situarán en las zonas en las que se ha estudiado que es más necesario», dijo el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani.

Según detalló, las novedades se instalarán en los lugares más sensibles a los asaltos. Esto es tres de los nueve kilómetros que forman el perímetro de valla.

En estos tramos se incorporará también una malla metálica «antitrepa», con unos orificios tan pequeños que impiden introducir los dedos y así poder escalar, como ocurre con el vallado actual.

Desde finales de septiembre, la revisión de los sistemas de seguridad en la frontera estaban encima de la mesa. El delegado del Gobierno prometió entonces respaldar la opinión de los técnicos y profesionales de la Guardia Civil. Apenas unos días antes, una avalancha de 300 personas había dejado al desnudo los problemas de la valla. Un centenar entró y las consecuencias fueron un agujero de 40 metros en la alamabrada.