Muchas de las tragedias que acaban con las vidas de emigrantes africanos en el mar o en el desierto no llegan a los medios de comunicación. Simplemente nadie tiene noticia de ellas y sólo el paso del tiempo lleva a sus familiares a pensar que algo ha ocurrido por el camino.

Esta vez sí. Un camión que iba en dirección a Argelia desde el norte de Níger se averió amediados de octubre en medio de la nada. Nadie pasó por el lugar del siniestro, nadie acudió a reparar el vehículo, y, lo que es peor, nadie pudo rescatar a las decenas de personas que se quedaron tiradas en la inmesidad sahariana sin más comida y agua que la que llevaban encima para el viaje.

Al menos 35 nigerinos han muerto de sed, según el testimonio de algunos supervivientes que han logrado llegar a pie a la «civilización», según las autoridades locales citadas por la agencia France Presse. La mayoría de los cadáveres corresponden a mujeres y niños, según los testigos, aunque solo cinco han podido ser rescuperados por el Ejército. Hay, además, numerosos desaparecidos. Hasta el momento hay 19 supervivientes que han sido trasladados a la localidad de Arlit.
Iban a vivir de mendigos

Se calcula que unas sesenta personas partieron desde esta ciudad en dirección a Tamanraset (Argelia) a mediados de mes. Uno de los dos se averió y el otro acudió sin pasajeros en busca de ayuda. Acabada el agua, los emigrantes se dispersaron en pequeños grupos a la caza de un oasis que les salvara la vida. Cinco de ellos lograron alcanzar Arlit y dar la voz de alarma días después.

Una ONG local apunta a que entre ellos había familias enteras que iban a ganarse la vida como mendigos en el país vecino.