Marine Le Pen lanza un ‘Tea Party’ europeo
Impulsa una candidatura para tener grupo en la Eurocámara tras los comicios de mayo
El Mundo, , 24-10-2013Marine Le Pen ha adoptado una
nueva etiqueta política de cara a las
elecciones europeas de mayo 2014
en las que, según algunos sondeos,
su lista resultaría ganadora, con un
24% de votos, sobre todos sus competidores
franceses. Tras el Rassemblement
Bleu Marine con que se presentó
a las legislativas francesas de
2012, la presidenta del Frente Nacional
se ha inventado ahora la Alianza
Europea para la Libertad (AEL), con
la que pretende formar grupo parlamentario
que defienda en el hemiciclo
de Estrasburgo la voz de los partidos
patrióticos y euroescépticos.
«Se trata de recuperar nuestra soberanía
nacional sobre esta Unión
Europea que viene a imponer sus
dictados en contra de la opinión de
los pueblos», resume la líder ultranacionalista
en la rueda de prensa que
convocó ayer en la capital alsaciana,
coincidiendo con su asistencia al pleno
del Parlamento europeo. Para la
enérgica rubia, la única solución para
tener peso en esa Eurocámara,
que en julio le retiró la inmunidad
parlamentaria para que puedan procesarla
en Lyón por «incitación al
odio racial», es lograr que la AEL
cumpla los requisitos para obtener el
estatus de grupo, y ello exige un mínimo
de 25 eurodiputados de al menos
siete países. «Sólo así podremos
proponer enmiendas y luchar por los
intereses de las naciones», señala.
Así que Marine se ha lanzado a la
busca de almas gemelas entre las
formaciones soberanistas del Viejo
Continente con el objetivo de fundar
eso que algunos comentaristas británicos
han definido como el Tea Party
europeo. Entre sus nuevos socios
continentales figuran el Vlaams Belang
belga, el Partido para la Libertad
(PVV) holandés, el FPÖ austriaco
o los Demócratas de Suecia (en
sueco, Sverigedemokraterna). Pero
la hija de Jean-Marie Le Pen aspira a
integrar más siglas y nacionalidades
en dicho movimiento.
Se habla, en ese sentido, de abrir
la puerta al Partido de la Independencia
del Reino Unido (UKIP) o incluso
al Movimiento Cinco Estrellas
de Beppe Grillo «cuando definan
mejor su programa ideológico». Y,
también , por qué no, a alguna formación
política de nuestro país. «Por
el momento no tenemos relación con
ningún partido patriótico en España
pero esperamos que eso cambie
pronto, aunque reconozco que en algunos
países el movimiento euroescéptico
no acaba de cuajar», dice.
En cambio, Marine no quiere saber
nada de agrupaciones peligrosamente
extremistas como el Amanecer
Dorado griego o el Jobbik húngaro.
«Está absolutamente excluido
tener ninguna relación con esa gente;
no estamos de acuerdo en nada y
no compartimos los mismos valores
», indica tajantemente.
«Entonces, ¿usted no es de extrema
derecha?», le inquiere un periodista
sueco. «La dicotomía entre izquierda
y derecha está caduca. La
verdadera diferencia se da entre los
partidos que siguen creyendo en la
idea de nación y aquéllos que apuestan
por una entidad supranacional»,
responde Marine. «Yo creo en la Europa
de las naciones, que no se constituye
de espaldas a los pueblos. En
ese sentido, somos un problema para
algunos tecnócratas apegados a
su poltrona, pero no un peligro para
el pueblo. Nuestras ideas son diferentes,
a veces divergentes, de ningún
modo extremistas».
Le Pen lamenta que los partidos
tradicionales se hayan mostrado «incapaces
de controlar los flujos masivos
de inmigración a Europa», así
como «la explosión del desempleo».
«Yo no deseo que se repitan los
700.000 sin papeles que regularizó la
Francia de Mitterrand ni los 500.000
que admitió España. Los partidos
convencionales han obtenido resultados
deplorables con sus políticas y
los millones de parados que han causado
nos obligan a ocuparnos prioritariamente
de nuestra propia población
antes de pensar en los demás.
¿En qué han fracasado? Yo siempre
juzgo a un árbol por sus frutos: paro,
inseguridad, austeridad, subida del
déficit, aumento de la deuda exterior,
empobrecimiento de la población…
¿Les parece poco?».
Contra esos males, la presidenta
del FN –y quién sabe si también de
la flamante AEL– propone los puntos
fundamentales de su programa
proteccionista, laicista y ultranacionalista,
anti-inmigración y anti-globalización:
rechazo de los tratados
europeos sobre libre circulación de
las personas, expulsión de todos los
sin papeles, abandono gradual de la
moneda única y retirada de las tropas
galas de todas las zonas de conflicto
bélico donde Francia y Europa
«no pintan nada».
«Los europeos han de plantearse
en mayo si quieren un cambio.
Cuando vemos cómo la UE está quitando
libertad a los pueblos con la
complicidad de nuestros dirigentes:
ya no podemos decidir nuestra política
de inmigración, no hay soberanía
presupuestaria ni monetaria. Somos
esclavos, no podemos tomar las
riendas de nuestro destino. Y el único
movimiento que lo denuncia y quiere devolver esta soberanía robada
al pueblo es la Alianza Europea
por las Libertades», sentencia.
Consciente del papel preponderante
que le ha tocado jugar a su formación
en el Hexagono debido a la
pérdida de credibilidad del Partido
Socialista en apenas 16 meses en el
poder y a la permanente riña interna
de la Unión por un Movimiento Popular,
la líder ultra se propone recolectar
el voto contestario denunciando
la parálisis del proyecto supranacional:
«La UE no ha respondido a
las expectativas, no es capaz de proteger
a los pueblos ante el espionaje
de servicios secretos estadounidenses,
ni de contrarrestar la competencia
desleal de China que está obligándonos
a cerrar fábricas porque la
señora Merkel se niega a depreciar
el euro… Pero, cuando uno plantea
una alternativa, es víctima de calumnias
inmediatas. Decir que somos ultraderechistas
es una treta que usan
nuestros adversarios para criminalizar
a todo el que discrepa».
Flujos migratorios
El orden del día en la Eurocámara
anunciaba ayer un debate sobre «los
flujos migratorios en el Mediterráneo
y los acontecimientos trágicos
en la costa de Lampedusa». Lo cual
le sirvió a Marine para posicionarse
sobre los sin papeles. «Este problema
viene de atrás y aquéllos que hacen
creer a la gente que arriesgando
su vida pueden ganar el derecho a
quedarse en Europa si llegan a la orilla
están causando un daño moral
tremendo. Es inhumano y profundamente
irresponsable», opina.
«La UE pretende que entren 150
millones de inmigrantes en los años
que vienen. En vez de eso, lo que
hace falta es más cooperación entre
los países del Mediterráneo para
evitar situaciones trágicas y coordinar
la devolución de los clandestinos
al lugar de donde salieron. La
lucha contra la inmigración ilegal
pasa por apoyar el desarrollo económico
de sus países», añade.
«Cuando los libios huyen de su
país, somos nosotros los responsables,
ya que montamos una guerra
que ha puesto en el poder a islamistas
que imponen la sharia. Hay que
preguntarse si los que nos gobiernan
tienen la cabeza sobre los hombros
porque sus decisiones están
suponiendo un problema para la
Europa del siglo XXI».
¿Y del affaire Leonarda qué opina?
«Tenemos que poner fin rápidamente
a ese asunto, que ha durado
demasiado y comienza a exasperar
a nuestros compatriotas. Esta familia,
obviamente, no tiene nada que
hacer en Francia. En un momento
en que nuestro país se enfrenta a
tantas dificultades, es desgarrador
ocupar el espacio político y los medios
de comunicación con un caso
tan grotesco. Leonarda es, en ese
sentido, un símbolo de la desconexión
total entre las preocupaciones
de la casta gobernante y las de los
franceses».
OORBYT.es
>Videoanálisis de J. M. Bellver.
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