Martín R. S. despedazó los siete años de relación con Sorina el lunes por la tarde. Lo hizo a golpe de hacha y después se fue a deambular con el crimen a sus espaldas. Así estuvo 24 horas. Fue su manera de poner punto y final a una relación de siete años en la que nunca hubo una denuncia por malos tratos. Pero Martín no supo manejarse y a última hora del martes recorrió desnudo Torremanzanas buscando a su padre. Estaba herido. Pedía ir a un hospital. Allí el español confesó que había mutilado a su novia, rumana de 26 años. Un nuevo caso de violencia de género.

Una discusión de pareja desencadenó el crimen, una sangría silenciosa, pues se produjo en una casa de campo aislada. Los gritos y los zarandeos dieron paso a la muerte. Sorina perdió la partida. Martín la mató y con el hacha le cortó un pie, le destrozó la cabeza y la abrió en canal. Sobre su cuerpo, el hombre puso muebles y le prendió fuego. Pero las llamas apenas quemaron nada. Lo único que hicieron fue calcinar una parte de la vivienda. Eso fue en la tarde del lunes. Martín huyó. Se fue sin ropa y se perdió en el suceso.

El martes apareció chillando por Torremanzanas. Eran las ocho de la tarde. Sólo quería hablar con su padre, que vive en Benidorm. El hombre le aconsejó que fuera al Hospital de Villajoyosa donde los médicos le curaron las heridas y dieron el aviso a la Guardia Civil. Ante ellos, Martín se derrumbó y confesó el crimen. Poco después se produjo la detención.

Ahora la investigación continúa para intentar esclarecer los detalles de un crimen que nadie vio venir. Lo único claro es que ella no presentó ninguna denuncia en siete años de relación, lo que no quiere decir, evidentemente, que no sufriera malos tratos. En lo que va de año, sólo siete de las 39 mujeres muertas por violencia machista habían denunciado a sus compañeros.