La «condena a muerte» de los desesperados
La mayoría de los rescatados en este nuevo naufragio eran sirios y palestinos
El Mundo, , 13-10-2013Las aguas del Mediterráneo han vuelto a teñirse de rojo sangre. Italia y Malta continuaban ayer asimilando el naufragio de un bote ocupado por inmigrantes el viernes, sólo ocho días después del ahogamiento de cientos de personas en otro hundimiento: «Ha sido la operación más dramática en la que he participado. Había un gran número de personas flotando, sin movimiento». Así describía ayer Russell Caruana, capitán de uno de los barcos de salvamento, cómo fue el operativo ejecutado a 105 kilómetros al sudeste de Lampedusa.
Las autoridades italianas y maltesas lograron rescatar ayer hasta 31 cuerpos sin vida. Quienes tuvieron más suerte se han visto, por ahora, separados de sus compañeros de viaje. A Malta llegaron 143 supervivientes y otros 56 viajaron en un navío italiano rumbo a la localidad siciliana de Porto Empedocle.
A ese lugar llegarán también en los próximos días los cuerpos de los 359 inmigrantes ahogados el pasado 3 de octubre cerca de Lampedusa, víctimas de un naufragio calificado por la alcaldesa local, Giusi Nicolini, como «la mayor tragedia en el Mediterráneo desde la Segunda Guerra Mundial». Los equipos de salvamento encontraron ayer 20 cadáveres más, dejando el número de desaparecidos en cuatro. El barco militar Casiopea se encargará de transportarlos a Sicilia. Ayer salieron los primeros 80 ataúdes, según informó la agencia italiana Ansamed. La nave deberá realizar varios viajes para trasladar todos los cuerpos. Muchas ciudades italianas ya han ofrecido sus cementerios para enterrar a las víctimas.
El resto de cuerpos continúa todavía en el abarrotado hangar del aeropuerto de Lampedusa. Ayer llegaron 21 más, procedentes del naufragio del pasado viernes. Esa operación provocó la protesta de la alcaldesa Nicolini. Había pedido a las autoridades que no enviasen allí a los últimos fallecidos argumentando que la isla está desbordada.
Todas las actividades de Lampedusa, según la edil, están paralizadas. No sólo por la llegada de los inmigrantes supervivientes, hacinados en el saturado centro de acogida local, sino también por el empleo de la actividad burocrática del Ayuntamiento en la identificación de los ahogados y la recepción a los familiares de los muertos llegados a la isla.
Centenares de personas han viajado a Lampedusa para identificar a sus seres queridos. Son, en su mayoría, somalíes y eritreos residentes no sólo en Italia sino también en Alemania o Reino Unido. Muchos de ellos han pedido ayuda para transportar los cuerpos a sus respectivos países.
Nicolini denunció ayer esa «condena a muerte» de los inmigrantes que deciden cruzar el estrecho de Sicilia para llegar a Italia. Hasta 7.000 inmigrantes podrían haber perdido la vida en esas aguas en una década. La alcaldesa pidió la apertura de un «corredor humanitario» para favorecer el paso a Europa de personas provenientes de países en guerra. Los motivos políticos, como la guerra, parecen estar ganando terreno a los económicos como la causa de la inmigración, según apuntan los expertos.
Hasta 32.000 inmigrantes han llegado en los primeros nueve meses de 2013 a Italia y Malta. La mayoría busca asilo político y escapan de guerras como la siria, la represión y el servicio militar en Eritrea o la inestabilidad política en Palestina, Siria y Egipto.
La mayoría de los rescatados en el naufragio del pasado 3 de octubre eran eritreos. De los 143 supervivientes de la catástrofe de este viernes llevados a Malta, 117 son sirios y 27 palestinos. El resto, libaneses y tunecinos: «Son gente que está escapando de la guerra para salvar sus vidas, no buscan trabajo», explicó ayer Andrea Pettini, uno de los supervisores de la Cruz Roja italiana, a la televisión local. Prefieren arriesgarlo todo a quedarse en sus países.
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