A FONDO ROGER

Mediterráneo

El Día, , 16-10-2013

S e ha convertido el Mediterráneo en un cementerio. Pero no es solo la estadística terrible de inmigrantes muertos lo que pone los pelos de punta, sino los dramas que se viven en las regiones de las que escapan.

África es un infierno. Los gobiernos corruptos y las luchas tribales hacen insostenible la convivencia y hasta hacen imposible la vida para millones de personas. Si el mundo civilizado y supuestamente organizado no actúa pronto, África será un tremendo conflicto insuperable.

Igual que ocurrió con Canarias desde Marruecos, cuando las pateras llegaban a estas islas a docenas, ahora la isla italiana de Lampedusa sufre las consecuencias de una huida desesperada de miles de inocentes que se van de sus países, donde ya no pueden vivir. Incluso criaturas de pocos años, cuyos padres buscan ya no el bienestar sino la mera subsistencia; hombres y mujeres desesperados, que intentan salvar a sus familias.

Y gobiernos europeos insensibles, que no se unen para poner remedio a este suicidio colectivo que tiene que cesar. Pero que no va a cesar hasta que no se solucione el problema en origen.

Problemas religiosos, problemas étnicos, problemas de intolerancia, en suma, de pueblos no formados intelectualmente cuya riqueza no revierte en los más necesitados, sino que se la reparten los que detentan el poder, muchas veces asesinos sin escrúpulos.

Gobernantes que se quieren salir deprisa y corriendo de los tratados internacionales para que no puedan ser juzgados por sus crímenes. Criminales que conquistan el poder con la fuerza de las armas y de la sangre y que se perpetúan en él.

África es un grave problema para la paz y la equidad social en el mundo entero. Y Europa se tendrá que poner de acuerdo para tomar cuanto antes acciones muy severas contra los que roban su vida a los inocentes. Tiene razón el papa Francisco cuando implora a los países ricos que busquen soluciones para paliar el drama que se vive en África y para que ayuden a los que logran alcanzar las costas del mundo civilizado.

El Mediterráneo es ya una tumba inmensa, en la que se sepultan miles y miles de ilusiones. Es de esperar que los poderosos hagan caso a las voces que se alzan para que este drama cese; para que el pánico, la desolación y la muerte no continúen.

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