Una multitud enfurecida de vecinos de Biriuliovo, barrio situado en la parte sur de Moscú, se dedicó ayer por la tarde a romper escaparates, saquear tiendas, volcar coches, levantar barricadas y atacar a cualquier persona con aspecto caucasiano o centroasiático. Protestaban por la «pasividad» policial en el esclarecimiento de la muerte de Yegor Sherbakov, un joven de 25 años que fue brutalmente apuñalado el jueves por la noche, al parecer, por un inmigrante.
Según la emisora Eco de Moscú, en los desórdenes participaron unas 5.000 personas. Los antidisturbios fracasaron en un primer intento de disolver a los concentrados. Un agente resultó herido. Después, cuando la situación parecía fuera de control, acudieron refuerzos y comenzaron las detenciones. Los revoltosos, sin embargo, consiguieron forzar la liberación de muchos de los que habían sido introducidos en los furgones. Poco antes habían atacado un centro comercial e intentaron llegar hasta un mercado de abastos regentado fundamentalmente por comerciantes del Cáucaso.
El ministro del Interior, Vladímir Kolokóltsev, ordenó a última hora de la tarde poner en funcionamiento un dispositivo especial para acabar con los disturbios. Mientras, las organizaciones nacionalistas llamaban a sus seguidores a través de las redes sociales a que acudieran a Biriuliovo e impidieran que continuaran los arrestos, cuya cifra total podría alcanzar las 200 personas.
Sherbakov, que vivía en la zona en donde ayer tuvieron lugar los desórdenes, recibió varias puñaladas el pasado día 10 cuando intentó defender a su novia del supuesto acoso de un joven que, según testigos presenciales, tenía el pelo oscuro y la tez morena. Los agentes no han podido todavía encontrar y detener al agresor, razón por la que los habitantes de Biriuliovo han exigido la dimisión de la dirección del departamento de Policía local.
Recompensa
El Gobierno sostiene que ha sido comprobada la posible vinculación de 90 inmigrantes con el asesinato de Sherbakov y que se ha ofrecido una recompensa de un millón de rublos (unos 22.000 euros) a quienes faciliten información que permita localizar al homicida, pero tales medidas parecen no haber logrado tranquilizar a nadie. En varios barrios de Moscú los nacionalistas ya hablan de crear patrullas de autodefensa.
Hace poco más de dos semanas en Kapotnia, a las afueras de Moscú, grupos nacionalistas atacaron una residencia de inmigrantes con el propósito de comprobar sus documentaciones y determinar si había ilegales entre ellos. Los extranjeros se defendieron y el resultado fue una colosal pelea. Por otra parte, en el poblado de Priladózhski, cercano a San Petersburgo, se produjeron el día 4 varios cortes del tráfico en la carretera principal. Sus habitantes protestaban después de que una chica de 23 años pereciera atropellada por un conductor que se dio a la fuga y que tenía ‘aspecto de inmigrante’.
Justo al día siguiente, el primer ministro y expresidente ruso, Dmitri Medvédev, condenó la existencia de «enclaves étnicos» en las grandes ciudades del país, lo que, según su opinión, «contribuye a que aumente la criminalidad y la xenofobia». Medvédev citó datos de la ONU que aseguran que Rusia es, tras EE UU, el segundo país con mayor cantidad de inmigrantes. Once millones fue la cifra que facilitó.