El horrible naufragio de los trescientos emigrantes ha despertado las conciencias de los responsables europeos ante una situación que revela el descontrol existente en la comunicación con el continente africano. Los países vecinos del sur, que viven los zarpazos de la miseria y el hambre, escapan hacia donde piensan que pueden tener mejores formas de vida para ellos y sus familias, aun a costa de enfrentarse con peligros de muerte. Pero ¿qué hay detrás de todo ello? El norte de África se ha convertido en la plataforma apropiada para que personas de países tan alejados como Etiopía o Siria se desplacen hacia los países del Magreb para intentar dar el salto (a veces mortal) y alcanzar la tierra prometida, sin saber que en Europa muchas veces no van a encontrar lo que esperan. En el caso de Libia, el descontrol que existe desde la caída de Gadafi ha dado lugar a que allí se concentren milicias yihadistas y ejerzan el poder jefes de tribu, con lo que el vacío político es enorme. Por eso se ofrece como el territorio ideal para el salto a Europa. Los europeos deberían tener más en cuenta esta situación, no solo por los emigrantes, sino por los peligros que afectan a la seguridad e inestabilidad en el sur de Europa, con la concentración de yihadistas en el Magreb. EE.?UU. ya está tomando nota de lo que esto puede significar.