Lampedusa: tozudamente vendrán más

El Periodico, Carles Campuzano, 09-10-2013

La Unión Europea y sus Estados miembros son incapaces de ofrecer un enfoque humanista ante las migraciones, singularmente aquella que proviene de África. La tragedia de Lampedusa ha sido un nuevo exponente; dramático y vergonzoso, sin duda. Y sin humanismo, con una mirada exclusivamente utilitarista del fenómeno migratorio no evitaremos que hombres y mujeres jóvenes y sus hijos mueran intentando llegar al paraíso que todavía somos.

Los europeos nos hemos empeñado en mirar a África como si fuera una tierra lejana y exótica que no tiene que ver demasiado con nuestras vidas. Y la tenemos al lado. Desde las costas del sur de la península Ibérica casi la podemos tocar. Estamos tan cerca y no lo queremos saber. También desde el sur de Italia.

Hemos insistido en afirmar que son las condiciones de acogida, desde el mercado de trabajo hasta el Estado del bienestar pasando por la regulación de la extranjería, lo que determina el flujo migratorio. Y es cierto que en este crisis el saldo migratorio está cambiando. Llegan menos inmigrantes y muchos se marchan. Las condiciones de vida y las oportunidades de empleo han disminuido. No somos ya para muchos un país donde sea posible labrarse un futuro. Pero para muchos jóvenes africanos, y también asiáticos, nuestras condiciones materiales de vida, nuestro estilo de vida, las oportunidades, siguen siendo superiores que aquellas que se encuentran en sus países. Son las condiciones del país de origen lo que empuja a la gente a irse.

Los muertos de Lampedusa nos vienen del África oriental, de países como Eritrea y Etiopía, y han cruzado cientos de kilómetros para llegar a la orilla del mar en el que los europeos nos bañamos. No los detendremos con barcos de guerra o más policías. Y a los catalanes se nos olvida demasiado a menudo que somos vecinos de la población juvenil más grande del mundo, que se concentra en el norte de África, sin trabajo, con un futuro incierto… Hace tiempo que hemos dejado de liderar la exigencia de una política europea más orientada hacia el sur que hacia el este… ¡Qué miopía!

Tozudamente vendrán más. Empeñados en no querer mirar hacia el sur estos días sentimos vergüenza.

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