>EL FUTURO DE EUROPA / El drama de los ‘sin papeles’
Una ola de muerte en la isla de la vergüenza
Doscientos inmigrantes pierden la vida cuando intentaban alcanzar Lampedusa
El Mundo, , 04-10-2013Ese gigantesco cementerio acuático
que es el mar Mediterráneo, donde
unos 25.000 inmigrantes han perdido
la vida en los últimos 25 años
cuando trataban de alcanzar Europa,
engulló ayer de un solo bocado más
de 200 nuevos cadáveres.
Ese es el balance del espantoso
naufragio que en la madrugada de
ayer se registró frente a la costa de la
isla siciliana de Lampedusa, a media
milla de la isla de los Conejos, cuando
una nave procedente de Libia que
iba cargada a reventar con alrededor
de 500 subsaharianos a bordo –la
mayoría somalíes, eritreos y ganeses–
sufrió un incendio y volcó.
Al cierre de esta edición había
unos 150 supervivientes –entre ellos,
más de una treintena de niños– y los
equipos de rescate seguían sacando
de debajo del casco de la embarcación,
sumergido a 40 metros de profundidad,
los cuerpos sin vida de numerosos
inmigrantes, incluidos muchas
mujeres y menores. El saldo
final de muertos podría ascender a
cerca de 300.
«Partimos del puerto libio de Misrata
», contaban algunos de los supervivientes.
«En la barcaza íbamos
unos 500, no podíamos ni siquiera
movernos de tantos como éramos.
Durante la travesía nos han divisado
tres pesqueros, pero ninguno nos socorrió
», denunciaban, explicando
también la terrible dinámica del suceso:
«Cuando nos encontrábamos
cerca de Lampedusa algunos decidieron
dar fuego a una manta para
llamar la atención. Pero el puente estaba
sucio de gasolina, y en pocos
momentos el barco se vio envuelto
en llamas. Cundió el pánico, y muchos
se lanzaron al agua entre gritos,
mientras la barcaza volcaba». En un
primer momento se había hablado
de la posibilidad de que hubiera sido
un cortocircuito lo que habría desencadenado
el incendio.
«No los vieron, si no habrían intervenido.
Los italianos somos gente
de gran corazón, hemos socorrido
a 16.000 náufragos», sentenciaba
Angelino Alfano, ministro del Interior,
ante la denuncia de los inmigrantes
de que tres pesqueros italianos
les habían visto y no les habían
prestado auxilio. Sin embargo, la
asociación de consumidores Codacons
anunciaba su intención de presentar
una denuncia ante los tribunales
para dilucidar si había habido
una omisión de auxilio. «Si se confirma
lo que cuentan los supervivientes
se trataría de un gravísimo delito
con fuertes repercusiones penales»,
sentenciaba un portavoz de esa organización.
Pero quienes dieron la voz de alarma
de la tragedia fuero justo unos
pescadores. «Volvimos de pescar y
con el binóculo hemos visto las llamas
de una barca y nos hemos dirigido
hacia allí», indicaba Francesco
Colapinto, de 24 años, quien junto
con su tío y un amigo sacó del agua
a 18 supervivientes y dos cadáveres.
Los equipos de rescate no tardaron
en llegar, encontrando un escenario
absolutamente espeluznante: «Hay
muertos por doquier, decenas de cadáveres
flotando en el agua», aseguraba
uno de sus miembros. «Hemos
socorrido a los vivos, les hemos dado
agua y ropa, se encontraban en una
situación absolutamente penosa».
Uno de los presuntos responsables
de este viaje que ha acabado en
drama, un tipo de origen tunecino
señalado por los propios supervivientes
como un traficante de seres
humanos, ha sido detenido. Podría
ser acusado de homicidio agravado.
A la isla de Lampedusa llegan
dos tipos de personas. Por un lado
están los más de 150.000 turistas
que cada año la visitan, para disfrutar
de sus playas paradisíacas y su
mar color turquesa. Y luego están
los otros, el ejército de 25.000 desesperados
que según los datos del Ministerio
del Interior italiano han desembarcado
en ella en los últimos
12 meses a bordo de cayucos, pateras
y otras embarcaciones.
Los turistas se alojan en hoteles
con vistas. Los inmigrantes acaban
invariablemente en dos sitios: los
muertos van a parar a una fosa común
del cementerio de la isla, los vivos
ingresan en el hacinado centro
de para sin papeles de la isla, con capacidad
para 300 personas y donde úlayer,
antes de la tragedia, ya se hacinaban
más de 1.300.
Giusi Nicolini, alcaldesa de Lampedusa
y quien desde hace tiempo
pide a gritos a las instituciones italianas
y europeas ayuda para afrontar
el problema, se echaba las manos a
la cabeza: «No dejan de traer y descargar
cadáveres. No sabemos ya
dónde meter a los muertos ni tampoco
a los vivos», aseguraba. Los cadáveres
de los inmigrantes estaban
siendo transportados en un primer
momento al puerto de Favorolo, en
Lampedusa, para luego ser trasladados
al hangar del aeropuerto, ya que
el cementerio de la ciudad está lleno
y ya no hay sitio para más muertos.
El lunes de la semana pasada, sin ir
más lejos, 13 inmigrantes fallecieron
en aguas de Sicilia cuando trataban
de alcanzar la costa, tras ser obligados
a golpe de cinturón a lanzarse al
mar por los traficantes de seres humanos
que les transportaban.
También el Papa Francisco, que
decidió visitar Lampedusa en su primer
viaje como Pontífice para denunciar
la «globalización de la indiferencia
» ante el drama de la inmigración,
ponía ayer el grito en el
cielo. «¡Vergüenza, es una vergüenza!
», exclamaba incontenible al final
de un discurso. «Hablando de paz,
de la inhumana crisis económica que
es un gran síntoma de la falta de respeto
por el hombre, no puedo no recordar
con gran dolor a las numerosas
víctimas del enésimo trágico
naufragio ocurrido en Lampedusa».
El ministro del Interior y viceprimer
ministro italiano, Angelino Alfano,
informará hoy por la mañana al
Parlamento de lo ocurrido. Y por la
tarde llamará al presidente de la Comisión
Europea, José Barroso, para
«hacerle oír la voz» de Italia respecto
al problema de la inmigración y
solicitar a la UE mayor colaboración
a la hora de afrontarlo.
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