El nuevo Gobierno conservador noruego, que asumirá la Administración en Oslo el día 14, no tendrá una mayoría estable en el Parlamento y dependerá de acuerdos puntuales. Se basará en una coalición entre el Partido Høyre (que quiere decir “derecha”) y el ultra y xenófobo Partido del Progreso (FRP), explicaron ayer las dos mujeres que lideran ambas fuerzas.

KRISTIAN HELGESEN / BLOOMBERG Erna Solberg (Høyre) y Siv Jensen (FRP)

Erna Solberg, futura primera ministra de Høyre, y Siv Jensen, líder de los ultras, mantuvieron una reunión negociadora en el hotel Sundvolden, al noroeste de Oslo, no muy lejos de la isla de Utøya, escenario de la masacre de jóvenes socialistas de julio del 2011 a manos del neonazi Anders Behring Breivik, antiguo miembro de las juventudes del FRP.

Al salir del encuentro, Solberg y Jensen dieron su primera conferencia de prensa conjunta en un edificio contiguo al hotel que en el pasado había albergado una pocilga, hecho recordado con sorna por algunos comentaristas. Las dos mujeres dependerán del apoyo puntual de otros dos pequeños partidos de centroderecha, los liberales y los democristianos.

“No siempre es bueno que un gobierno tenga un apoyo garantizado para todo en el Parlamento”, dijo Solberg, buscando ventajas de su incómoda situación.

La masacre del verano del 2011, con 77 muertos en dos atentados, ha moderado el discurso xenófobo del FRP, que en las elecciones del 9 de septiembre retrocedió seis puntos y doce escaños en el Parlamento respecto al 2009. El partido quiere endurecer la política de asilo, pero entre las concesiones que ha tenido que hacer figura una amnistía para los niños de las familias extranjeras solicitantes de asilo residentes en el país. Jensen, que mantenía un discurso de verdulera en temas de inmigración, ya no insiste en el tema de la “silenciosa islamización de Noruega”.

Los políticos del nuevo Gobierno conservador, que durante la campaña electoral defendieron abrir más la sanidad y la enseñanza al negocio privado, han lanzado algunas señales de prudencia. Una ley que limita a un 4% anual el uso de los jugosos ingresos derivados del petróleo se va a mantener, pese a que el Partido del Progreso la cuestionaba directamente. En Noruega el grueso de los ingresos petroleros alimenta un “fondo para el futuro”.

El nuevo Gobierno de coalición también postergará la realización de un estudio de viabilidad para explotar yacimientos de petróleo de las islas Lofoten, una región de gran valor medioambiental acechada por la codicia de las empresas petroleras. El estudio podía haber abierto la puerta a tal explotación, por lo que la decisión ha sido acogida con desagrado por la industria petrolera. Otras prospecciones previstas, en las islas de Jan Mayen y en el mar de Skagerak, tampoco serán potenciadas, se ha dicho.