Varios ministros e influyentes dirigentes socialistas han comenzado a pedir la cabeza política de Manuel Valls, ministro del Interior, por su defensa «muy firme» del desmantelamiento expeditivo de campamentos de inmigrantes pobres, familias nómadas y gitanos de Europa del Este, búlgaros y rumanos, esencialmente.

Cécile Duflot, ministra de la Vivienda (ecologista), ha pedido una «intervención» del jefe del Estado,François Hollande, para «recentrar» y «humanizar» unas declaraciones y política criticadas con severidad desde la izquierda.

Harlem Désir, primer secretario del PS, y Arnaud de Montebourg, ministro de la Reconstrucción nacional, también han criticado las declaraciones y política del ministro del Interior, con una severidad apenas contenida.

Désir y Montebourg han criticado públicamente en el terreno de los principios, sin atacar directamente a Valls. Ambos se hacen eco de la «consternación» de muchos militantes y dirigentes socialistas, que consideran a Valls como un ministro de derechas. Detalle político explotado con mucha sorna e ironía por la UMP, el partido de Nicolas Sarkozy.

La crítica directa y frontal de Cécile Duflot instala la crisis en el corazón del Gobierno, reclamando públicamente la «intervención» del presidente de la República, que comenzó por apoyar a su ministro del Interior, a través de la portavoz oficial del Gobierno.

A seis meses de unas inflamables elecciones municipales, la división, tensiones y diferencias política en el Gobierno de François Hollande abren unas grietas sensibles en un terreno explosivo: la lucha contra la inmigración ilegal y el inmenso problema de la instalación en Francia de decenas o centenares de millares de inmigrantes pobres, nómadas y gitanos de Europa del Este.