Marruecos dice que es incapaz de acoger a todos los inmigrantes y niega el maltrato
El palacio real afirma que la crisis lleva al reino alauí cada vez a más europeos, entre ellos españoles, y que el número de subsaharianos se ha multiplicado por cuatro
ABC, , 11-09-2013Marruecos responde a las acusaciones de racismo y maltrato contra los inmigrantes lanzadas este lunes en la ONU por una decena de organizaciones de derechos humanos. Y lo hace desde la más alta de sus instituciones, el rey, y de manera contundente. «No hay uso sistemático de la violencia por parte de las fuerzas del orden. Por lo tanto, Marruecos niega categóricamente todas las alegaciones falaces que intentan atentar contra su reputación», dice un comunicado del palacio real hecho público el martes a través de la agencia oficial Map.
El rey Mohamed VI convocó ayer al núcleo duro del Gobierno y a alguno de sus consejeros en Casablanca para abordar el problema de la inmigración y pedirles que pongan en marcha una nueva política al respecto. Le escucharon entre otros alrededor de una mesa el primer ministro, el islamista Abdelilah Benkirán, y los ministros de Interior, Exteriores y Justicia.
El país magrebí no da cifras pero afirma que el número de inmigrantes subsaharianos se ha multiplicado por cuatro y los que están en «situación irregular» han crecido de manera «notable». Dice, además, que la «crisis económica mundial» ha dado lugar a «una nueva forma de inmigración procedente de países como España, Francia y otros países europeos». La conclusión es que «Marruecos no podrá acoger a todos los emigrantes que desean instalarse en su territorio», añade el comunicado.
Plan de acción
Por eso, mientras el rey insiste en que hay que «respetar los derechos de los emigrantes», insiste en la «necesidad de proseguir sin tregua la lucha contra las redes de tráfico y trata de seres humanos». En este sentido, el monarca ha pedido a sus gobernantes que pongan en marcha «sin retraso» un plan de acción para desarrollar una nueva política en materia de inmigración.
Todo esto ocurría ayer en Casablanca mientras una delegación oficial de Marruecos comparecía ante el Comité de Derechos de los Trabajadores (CMW) de la ONU en Ginebra. Encabezada por el ministro de Trabajo, Abdeluahed Souhail, hizo público un informe para defenderse de las acusaciones lanzadas la víspera por las ONG, tanto locales como extranjeras. Hoy responderán a las decenas de preguntas formuladas por expertos internacionales en la sesión del martes.
La reunión convocada ayer por Mohamed VI se celebra tras el aumento de las denuncias por racismo y de las redadas para detener a inmigrantes subsaharianos y mandarlos a la frontera con Argelia. Muchos de los abusos tienen lugar cerca de las vallas de Ceuta y Melilla. Asimismo, las organizaciones humanitarias acusan a las autoridades de incumplir las convenciones internacionales de las que el país magrebí es firmante y que permitirían a los inmigrantes trabajar y estar escolarizados o recibir atención sanitaria con normalidad.
En la última década, Marruecos ha pasado de ser más un país de destino que de tránsito, en gran parte, por las medidas de seguridad desplegadas precisamente en torno a las dos ciudades españolas o frente a las costas de Andalucía y Canarias.
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