«La Bestia», un sueño mortal

Gara, Ainara Lertxundi Kazetaria, 28-08-2013

México acaba de entregar a Honduras los cadáveres de los seis inmigrantes fallecidos en el accidente del tristemente apodado «tren de la muerte» o «La Bestia», en el que a diario miles de inmigrantes, en su mayoría hondureños, guatemaltecos y salvadoreños, se suben para iniciar la peligrosa ruta hacia el «sueño americano». Su objetivo, cruzar la frontera entre México y Estados Unidos,

La esperanza y la desazón, la solidaridad y la traición, la vida y la muerte caminan a la par sobre los techos de «La bestia» por un Estado, el mexicano, en absoluta descomposición, carcomido por la corrupción, los cárteles de la droga, los secuestros, las extorsiones, las desapariciones, los llamados «ajustes de cuentas», el feminicidio…

Los inmigrantes son su eslabón más débil. «Somos el tiro al blanco de todo, sufrimos frío, hambre, lluvias. Es el tren de la muerte propiamente», «Me robaron todo… me metieron una pistola en la boca, me decían que la mordiera para que viera que era verdad. No tuvieron compasión de nada». Son testimonios recogidos por el cineasta Pedro Ultreras, mexicano residente en Estados Unidos, en el documental «La Bestia». Como el resto de inmigrantes, se subió a él para retratar de primera mano las miserias de este tren que comienza su andadura en la frontera sur de México con Guatemala y de unas autoridades que amparan tanto abuso y vulneraciones de derechos tan elementales como la propia vida.

«Ya no solo los asaltan y golpean, sino que los secuestran para pedir rescate a sus familias o para reclutarlos para carteles del narcotráfico u organizaciones delictivas», denuncia Ultreras. Así ocurrió con los 58 hombres y 14 mujeres, inmigrantes todos, cuyos cuerpos, rematados a tiros, aparecieron en un rancho el 22 de agosto de 2010, en San Fernando, en el estado de Tamaulipas. Fue el precio que pagaron por negarse a ser reclutados por los Zetas. Tres años después, nadie ha esclarecido este crimen y más de 50 inmigrantes sin papeles siguen desapareciendo a diario en territorio mexicano, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

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