Editorial: Inmigración, reticencias y matices

Editorial: Inmigración, reticencias y matices

Atribuir el aumento de la sensibilidad social frente a los inmigrantes a la crisis no deja de ser una arriesgada simplificación que puede diluir responsabilidades personales y que le otorga un carácter temporal que lo relativiza

Diario de noticias de Gipuzkoa, , 22-06-2013

LOS datos del último barómetro del observatorio vasco de la inmigración Ikuspegi respecto a la receptividad y tolerancia de la sociedad vasca para con las personas de origen extranjero que forman parte de ella revela un aumento de las reticencias que no se corresponde con la aún escasa presencia de población inmigrante (8,2%) ni tampoco con la historia de nuestro país, tan ligada a los movimientos migratorios en ambos sentidos. Sin embargo, presumir que el descenso de cuatro puntos en un año en los niveles de tolerancia hacia la inmigración se debe únicamente a los efectos de la crisis económica, aun teniendo base lógica y sociológica, no deja de ser una arriesgada simplificación que contribuye a diluir la responsabilidad de las actitudes personales y a otorgar al problema un carácter de temporalidad que puede llevar a relativizarlo. Y, por el contrario, relacionar el incremento de las posiciones que exigen un mayor esfuerzo de integración a los inmigrantes con posturas reacias a su presencia entre nosotros también se puede llegar a interpretar excesivo, no en vano implica una aceptación inicial del diferente y una receptividad hacia aquel que, siéndolo, llega a comprender que nuestro país, como el suyo originario, presenta peculiaridades y que unas y otras deben interrelacionarse, adoptarse y enriquecerse mutuamente. No es otra cosa lo que ha venido haciendo durante siglos, sin perder por ello su esencia y características, mucho menos su cultura, la sociedad vasca; tanto cuando las circunstancias socioeconómicas o políticas la han convertido en emisora de emigración hacia otros países como cuando ha sido receptora de la misma. Quizá por ello, pese a constatarse ese aumento de la sensibilización social frente a los inmigrantes , este proviene más de un infundado temor respecto a la sostenibilidad de los niveles de bienestar propio a los que sin embargo y a medio plazo la emigración debería contribuir más que limitar que a una falta de comprensión respecto a las situaciones que la impulsan. E incentivar esa base con políticas de inclusión que contribuyan a educar en la igualdad de derechos y responsabilidades, especialmente a las nuevas generaciones, es la mejor forma de evitar que las por suerte aún débiles resistencias sean avivadas por discursos e ideologías tan populistas como peligrosas.

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