FORMACIÓN CULINARIA Y COHESIÓN SOCIAL

Viajar con el paladar

El proyecto 'La cuina del món' organiza una muestra gastronómica intercultural en el Poble Sec los días 5 y 6 de julio. La feria contará con cinco carpas, una por cada continente.

El Periodico, 19-06-2013

Fonio al estilo de los Bassari, Muchacho redondo, Pionono y Mocochinchi. Estos y otros platos harán viajar por todo el mundo a los asistentes a la undécima muestra gastronómica La cuina del món del Poble Sec los próximos 5 y 6 de julio. «Esta muestra es una gran fiesta popular que sirve para que los alumnos del curso de cocina intercultural del centro cívico El Sortidor (Sortidor, 12) puedan poner en práctica recetas que han aprendido durante el año», cuenta Chiara Bombardi, miembro de la Coordinadora d’Entitats del Poble Sec, responsable del proyecto. «No es un curso de cocina lúdica, como hay otros en el centro cívico. Los objetivos del curso son la formación y la cohesión social», matiza Bombardi.

Entre las novedades de la próxima edición destaca su emplazamiento en la plaza de las Navas. «Con la apertura de varias terrazas de bar en la calle de Blai, la calle se queda pequeña para las cinco carpas que montamos. Una por continente», cuenta Bombardi. La plaza, inaugurada en junio del 2012 después de más de seis años en obras por un aparcamiento, recuerda Bombardi, «está falta de actividades para que la gente la descubra».

Comida para 800 personas

La organización tiene previsto preparar y servir unas 5.000 raciones para unas 800 personas. «Por un tíquet de dos euros, los asistentes a la muestra pueden comprar el recetario y probar un plato. Con dos o tres tíques puedes cenar muy bien», explica Bombardi.

La joven profesora de cocina y técnica de barrio Mireia Salvador ha escogido el menú a partir de las propuestas de los alumnos. «Aunque este año ha quedado bastante vegetariano, la idea es que sea equilibrado y que tenga de todo», cuenta Salvador, satisfecha con la buena sintonía que reina en esta cocina de Babel. «Cada año se forman grupos de amigos, que luego quedan fuera del curso», añade la educadora.

La riqueza del curso parte de la procedencia diversa de los casi 30 matriculados que cada sábado se ponen el delantal en la cocina industrial del centro cívico. Entre fogones, comparten con mayor o menor destreza sus recetas y experiencia. «No son cocineros profesionales. La mayoría provienen de otras entidades que trabajan con inmigrantes», cuenta Bombardi, quien subraya que «no son personas con riesgo de exclusión social» pues requerirían un trabajo más complejo.

«Descubrí este proyecto porque me lo recomendaron en un curso de catalán», explica uno de los alumnos, Jesús Foncubierta, andaluz afincado en Barcelona «por amor» que no descarta pasarse a la restauración si no encuentra trabajo de electricista. Su descubrimiento: la cocina especiada de Irán.

La venezolana Yusmary Del Valle dice haber «perdido la cuenta» de todas las recetas aprendidas y subraya el compañerismo en el aula. «Me considero viajero, y con este curso he descubierto más culturas», asegura Ithiar Boubane, un senegalés motivado para formarse en el sector de la restauración.

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