La Policía vasca sospecha que el falso monje mató antes al menos a seis mujeres
El Mundo, , 08-06-2013La Ertzaintza tiene la fundada sospecha de que Juan Carlos Aguilar, el falso maestro Huang que está encarcelado desde el miércoles por el asesinato de dos mujeres en su gimnasio-templo oriental de Bilbao, mató antes a al menos otra media docena de mujeres.
Los mejores investigadores de la Policía vasca han inspeccionado el domicilio de Juan Carlos Aguilar, su gimnasio decorado al gusto de un templo shaolín, su todoterreno y otros muchos lugares que han guardado relación con el pasado de este vasco de 47 años sumergido desde hace dos décadas en el mundo de las artes orientales. En ellos no han aparecido más restos que los de Jenny Sofía Rebollo, una peluquera colombiana de 42 años a la que torturó y descuartizó hace dos semanas, para esconder el cuerpo más tarde en bolsas de basura.
Su cadáver desmenuzado apareció después de que, alertados por una ciudadana, los ertzainas derribaran el domingo pasado la puerta del gimnasio y sorprendieran a Aguilar torturando a Ada Otuya, una nigeriana de 29 años a la que tenía atada de pies, manos y cuello y que murió 72 horas después en el hospital. Pero Rebollo y Otuya pudieron no ser las únicas víctimas.
Junto a las inspecciones físicas, la Policía ha aprehendido numerosa documentación y objetos personales de Aguilar. Cobran especial relevancia las más de 500 fotografías que tenía guardadas en distintos soportes. En algunas de ellas aparecen mujeres en circunstancias similares a las que retrató a Rebollo –guardaba en una cámara una serie de 74 imágenes, dos de contenido sexual en las que ella aparece primero viva y después muerta–, lo que hace suponer a los responsables de la investigación que podrían ser más las víctimas. Según las fuentes consultadas, se está tratando de identificar a media docena de mujeres.
Un caso que ha llamado especialmente la atención de la Ertzaintza es el de una joven que, en 25 imágenes fechadas en enero de 2010, aparece tumbada en una cama. La Policía interpreta que en algunas tomas «parece estar inconsciente».
El perfil de la víctima elegida por Aguilar, el de una mujer extranjera, dificulta su identificación, al poder darse el caso de que no tengan la documentación en regla o no haya ninguna persona que las reclame. A Rebollo sólo se la pudo localizar porque en 2003 había sido fichada por un asunto menor, y eso que Aguilar se afanó en hacer desaparecer del cadáver elementos clave para su identificación, como un tatuaje o las huellas dactilares.
El director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, ya informó el miércoles de que los investigadores pensaban que podía haber más de dos víctimas: «Se le veía con ciertas habilidades para alguien que usa una violencia de estas características por primera vez. Nosotros trabajamos desgraciadamente con la hipótesis de que ha podido haber otras».
Gabirondo aludió también a los «fetiches» de Rebollo que se le han encontrado a Aguilar, lo que invita a pensar que quizá guardaría también trofeos de más mujeres. La Ertzaintza sospecha que el ahora encarcelado se deshizo de los cadáveres del mismo modo que con el de la mujer colombiana: descuartizándolos.
Aguilar declaró en comisaría tras ser arrestado el pasado domingo. Allí confesó que mató a Rebollo y que pretendía hacer lo mismo con Otuya, que, aunque no murió entre sus manos, lo hizo días después en el hospital porque no superó las graves lesiones que le infligió el falso monje.
Justificó sus agresiones alegando que sufrió un «ataque de ira» y sugiriendo que su reacción tuvo que ver con el tumor cerebral que padece. Ejerciendo su derecho a no autoinculparse, Aguilar ya no aportó más información cuando pasó a disposición judicial. Le asiste uno de los penalistas más prestigiosos del País Vasco, Javier Beramendi, contratado por la familia. Han declarado también dos mujeres que guardaban relación con Aguilar, una de ellas retratada con los ojos vendados con el cadáver de Rebollo al fondo.
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