Shaolín en Bilbao

Público, , 05-06-2013

A Huang Carlos Aguilar, el monje budista shaolín, en cuanto se ha conocido su afición a despedazar mujeres, lo han abandonado de golpe todos sus adjetivos. Ya no es shaolín ni budista ni monje y ni siquiera se llama Huang. Sólo faltaría que el bigote también fuese de pega. En el Templo Shaolín de España dicen que no lo han visto en la vida y que no tenía titulación oficial (ahora se necesita un carné hasta para ser monje budista). Juan, antes Huang, iba a la televisión de experto en meditación transcendental, a que lo entrevistaran Pablo Motos y Punset, y hacía acrobacias con los cuchillos, pero al final ha resultado un simple friki de las artes marciales. Los de Pablo Motos no, porque no hace ninguna falta, pero a ver si vamos a tener que revisar el currículum de todos los invitados de Punset. A ver si, después de tanta supernova y de tanto agujero negro, lo más lúcido que ha dicho este hombre es lo del pan Bimbo.

Para terminar de arreglarlo, acabamos de enterarnos de que el asesino padece un tumor cerebral desde hace dos años, lo cual, sumado a su aspecto de souvenir oriental y su manía de pequeño saltamontes, da un cuadro explicativo cojonudo para el tertuliano medio. Poco más o menos, la quiniela se queda así: tumor cerebral+nunchakos+budismo=psicopatía. Nieves Herrero, que es algo así como la antimateria de Sherlock Holmes, ya está organizando unas reuniones de expertos que da friolera verlas, no te digo nada cuando me pongo a subir el volumen del televisor. Lo subo y me encuentro con Carlos Cuesta advirtiendo que España está llena de locos, que en internet se pueden encontrar fácilmente videos para la fabricación de bombas caseras. Lo cual, aunque no deja de ser cierto, roza el tema tan de refilón como si hubiera dicho que en youtube pueden verse videos de Bilbao. También podía haber dicho que en internet hay colgados videos de Carlos Cuesta e incluso gente que los ve.

“¿Cuál es tu excusa?” gritaba el sargento Hartman a la cara a los acojonados reclutas de La chaqueta metálica. Con el recluta Patoso fue un poco más específico: “¿A tus padres les queda algún hijo vivo?” Las excusas de Huang Carlos Aguilar, monje shaolín de imitación, incluyen el budismo y el tumor cerebral, una religión y una enfermedad, no como los degolladores de Londres, simples islamistas radicales, o como Breivik, que no era más que un católico ultra al que se le fue un poco la olla y la mano. Mariano, por ejemplo, presume de católico pero ni siquiera tiene la excusa del tumor cerebral y recurre al expediente de la herencia recibida para justificar el crimen que está cometiendo con el país. Menos mal que Nieves Herrero todavía no ha dicho nada de Bilbao.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)