El asesino está «muy confuso» tras admitir que desmenuzó a su víctima

La mujer muerta era colombiana y su cuerpo fue reducido a pequeños restos de huesos

El Mundo, IKER RIOJA ANDUEZA BILBAO, 05-06-2013

Antes de ser sorprendido torturando a una prostituta nigeriana, el shifu Huang, el personaje que se construyó Juan Carlos Aguilar, asesinó a una primera víctima, ésta de Colombia. Lo hizo en su gimnasio del centro de Bilbao, decorado al modo de un templo oriental, con lanzas, inciensos y una figura de Buda. Según las primeras conclusiones de la investigación que llevan a cabo los mejores inspectores de la Ertzaintza, los restos humanos hallados en bolsas se corresponden con esta mujer, cuya identidad no ha trascendido.

La segunda derivada del caso es que, una vez realizadas las pruebas genéticas, no se podría relacionar al acusado con más crímenes, a pesar de que se había especulado con la posibilidad de que hubiera más víctimas del pretendido monje shaolín.

El cadáver de la mujer colombiana apareció desmenuzado. El maestro Huang le quitó la carne y redujo el cuerpo a huesos. Se han hallado pequeños trozos de manos y piernas humanas, así como partes de una columna vertebral, según informó Efe de fuentes cercanas a la investigación. Los restos, divididos entre el gimnasio y su casa, eran de una misma persona.

Juan Carlos Aguilar admitió este crimen en la sala de interrogatorios de la comisaría. Según confesó, asesinó a la colombiana a finales de la pasada semana. No obstante, fuentes policiales rebajan la calidad de sus revelaciones, porque el agresor, de 47 años, parece encontrarse «muy confuso». Por el momento, permanece encerrado en un calabozo de la comisaría de Deusto, custodiado permanentemente por dos agentes y comiendo comida recalentada en un microondas.

Otro extremo que está siendo investigado por la policía es si un pequeño incendio registrado el sábado en el gimnasio –justo entre el primer crimen y la agresión a la mujer nigeriana– pudo tratarse de un intento del asesino confeso de deshacerse del cuerpo de su primera víctima.

El maestro Huang también confirmó en dependencias policiales que su pretensión era asesinar el domingo a la prostituta, a la que secuestró en la zona de General Concha, muy cerca de donde él vivía. La introdujo a la fuerza en el gimnasio, la llevó a una pequeña estancia y allí la ató de pies y manos y la embridó por el cuello. Acto seguido, la apaleó hasta dejarla al borde de la muerte. Una providencial alerta de una vecina impidió que consumara sus planes.

La mujer, de 29 años, lleva en coma desde entonces, aunque su estado de salud ha empeorado en las últimas horas, según informó el Departamento de Salud. Ha sido identificada como Ada Ortuya, aunque la Ertzaintza ha pedido que la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional confirme este dato mediante sus huellas dactilares.

Por otro lado, los investigadores completaron ayer la inspección del piso de Aguilar, del gimnasio y del fondo de la ría de Bilbao, a la altura de Deusto y el Guggenheim. Allí, buzos de la policía han tratado de localizar restos humanos u objetos que pudieran haber sido utilizados en estos crímenes o en otros por descubrir.

Lo que sí comenzó ayer a estar más clara es la biografía de Juan Carlos Aguilar. Nacido en 1966, las verdades sobre su vida sólo alcanzan a que es dueño del gimnasio de la calle Máximo Aguirre de Bilbao. Lo demás, desde que es un maestro en artes marciales hasta que es todo un shaolín, es pura falsedad. Una farsa destinada a alimentar la fama mística del maestro Huang, un alter ego construido por el propio Aguilar sobre un cúmulo de mentiras para un público no entendido de artes marciales.

«No hay ningún monje shaolín en Occidente», aseguraba ayer Bruno Tambolato, director del Shaolín Temple Cultura Center of Spain. «Hay más personas que dicen ser monjes shaolines en Europa, pero la realidad es que no hay ninguno fuera de China. Las reglas del propio templo lo impiden», afirmó este especialista, informa Sergio Rodríguez Viñas.

Mientras se aclaraban todos estos aspectos de los crímenes de Aguilar, más de 300 personas decidieron manifestarse para exigir justicia por las brutales agresiones. Lo hicieron a pocos metros de distancia del lugar en que fue secuestrada el domingo la mujer nigeriana, con fuerte presencia de los líderes de la comunidad nigeriana en Bilbao, especialmente de pastores evangélicos. «Pedimos justicia porque no era una chica que tuviese problemas», comentaba una amiga de la mujer, informa Marta G. Coloma.

Con las pruebas actuales, la policía descarta que haya más cadáveres
300 allegados a la agredida nigeriana se manifiestan para exigir

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