La imagen de Suecia como país hospitalario y generoso con los inmigrantes ha sufrido un duro revés esta semana. Tres días de violencia en los suburbios de Estocolmo, donde ha habido duros enfrentamientos entre jóvenes y policías, ha puesto al descubierto los desequilibrios que provoca el modelo sueco de bienestar, incapaz de reducir el paro juvenil en los suburbios de la capital, convertidos, hoy mucho más que ayer, en guetos de pobreza.
JONATHAN NACKSTRAND / AFP
Los incendios asuelan los suburbios de Estocolmo desde el domingo
El martes por la noche cientos de jóvenes asaltaron la comisaría de policía de Jakobsberg, en el noroeste de Estocolmo, incendiaron un centro de artesanía y una treintena de vehículos y dañaron dos escuelas. Más de un centenar de coches han ardido desde el domingo.
La llamada a la calma que realizó el primer ministro, Fredrik Reinfeldt, no tuvo efecto. “Hay jóvenes que piensan que pueden cambiar la sociedad con violencia –dijo–. Hemos de dejar claro que no es posible, que no podemos regirnos por la violencia”.
Los alborotos no han sido tan graves como los del verano pasado en Francia y Gran Bretaña, pero ponen de relieve que las políticas de austeridad, también en Suecia, afectan más a los que menos tienen, especialmente a los inmigrantes . “Vemos una sociedad que cada día está más dividida y donde las diferencias sociales y económicas se agrandan”, manifestó a la agencia Reuters Rami Al Jamisi, cofundador de Megafonen, una organización que trabaja en los suburbios de Estocolmo contra la pobreza. “La gente que ha salido a la calle –añadió– es la que más está recibiendo. Podemos hablar de un racismo institucional”.
El detonante de la violencia, al parecer, fue la muerte, el pasado domingo, a manos de la policía, de un hombre de 69 años armado con un machete en el suburbio de Husby. La reacción policial fue brutal según diversas asociaciones. Desde Husby, los altercados se extendieron a otros suburbios el lunes y el martes.
“Los motivos son muy claros: paro, la situación de la vivienda y la falta de respeto de la policía”, manifestó Rouzbeh Djalaie, director del diario local Norra Sidan, que cubre Husby. Djalaie asegura que la policía aborda a los jóvenes en las calles para controles de identidad que no son necesarios. También afirma que la policía se refiere a los jóvenes inmigrantes como simios.
Las imágenes en televisión han sacudido a una sociedad orgullosa de su estado del bienestar y de su tradicional atención a los asilados. De los 103.000 inmigrantes admitidos el año pasado, la mitad eran refugiados de Siria, Afganistán y Somalia.
“Entiendo las razones por las cuales muchas personas que viven en estos suburbios y en Husby están preocupadas y enfadadas”, declaró a la prensa la ministra de Justicia, Beatrice Ask. “Entendemos que la exclusión social es una causa muy importante de muchos problemas”, añadió Ask.
El gobierno sueco lleva veinte años reduciendo el estado del bienestar, lo que ha provocado el mayor crecimiento de la desigualdad de todos los países de la OCDE. El paro entre los que han nacido fuera de la UE es del 16,5%, mientras que entre los suecos es sólo del 5,7%. El paro juvenil, que es del 3% en Suecia, alcanza el 6% en Husby. Entre la población de Estocolmo, el 23% es extranjera, el mismo porcentaje que en Göteborg. En Malmö es el 31%.