Merkel se enfrenta a la demografía
Alemania quiere paliar la baja natalidad con la inmigración cualificada
La Vanguardia, , 15-05-2013JOHN MACDOUGALL / AFP Desafío. La canciller alemana, Angela Merkel, habla durante la segunda Cumbre Demográfica en Berlín, a la cual asistieron miembros del Gobierno y representantes de la sociedad civil, los sindicatos y las empresas
En ningún país de Europa políticos y medios de comunicación hablan tanto sobre demografía. Hay motivo, pues Alemania tiene una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. Sin embargo, el debate no versa sobre las razones por las que los alemanes, a diferencia de los franceses, tienen tan pocos hijos. El establishment alemán concibe la situación demográfica como un dato objetivo inmutable, como la sequía en el Sáhara, y solamente reflexiona acerca de sus consecuencias.
En esa reflexión domina un planteamiento dirigido a justificar la involución socio-laboral, retrasar la edad de jubilación por ejemplo, y se invoca la “sostenibilidad” del sistema e incluso la “justicia entre generaciones”. El argumento es que cada vez hay menos jóvenes trabajando para sostener las pensiones de los mayores.
En el año 2025 Alemania reducirá en seis millones su población en edad laboral, dijo la canciller, mientras el principal diario económico del país, Handelsblatt, dedicaba el lunes su portada a la cuestión: “Cómo salir de la trampa demográfica”. La estadística prevé que los 82 millones de alemanes actuales se conviertan en 65 millones en el 2060 y que la población activa pase de 50 millones a 42 millones en el 2030.
La cuestión es en sí mismo tramposa. Las estimaciones y proyecciones de la Oficina Federal de Estadística son presentadas como pronósticos, mientras los expertos, casi siempre vinculados a instituciones lobbistas de la patronal, como la Fundación Bertelsmann, el Instituto para el Futuro del Trabajo (IZA) o la Iniative Neue Soziale Markwirtschaft (INSM), que hace diez años propiciaron la jubilación a los 67 años y la reforma de la sanidad hacia más privatización, promueven ahora el objetivo de los 69 o 70 años.
Aislar los datos demográficos, que la emigración y la política familiar pueden cambiar radicalmente, de otros aspectos fundamentales para valorar la “sostenibilidad” del estado social, como la política fiscal o la productividad, conduce a una presentación distorsionada. Como ha mostrado, entre muchos otros, el sociólogo Gerd Bosbach, la demografía puede no explicar nada. En el siglo pasado la parte joven de la población alemana cayó de un 44% a un 20% y el bloque de los jubilados pasó de representar el 5% de la población al 17%, mientras la esperanza de vida aumentaba por encima de 30 años. Todo eso no dañó los sistemas sociales. Al contrario, el Estado social alemán alcanzó su máximo desarrollo en ese contexto demográfico, y especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, en la que Alemania perdió 5,5 millones de habitantes, la mayoría varones en la edad más productiva.
Ausente del debate demográfico alemán están las causas por las que Alemania presenta hoy, a diferencia de Francia, un natalidad tan miserable. ¿Tiene eso algo que ver con la degradación socio-laboral que el país ha sufrido en los últimos veinte años, con la generalización de la precariedad y con la ampliación del sector de salarios bajos, que hoy es el mayor de Europa? En medios sindicales se considera que sí.
“Cuando los jóvenes salen de la universidad tienen que hacer primero uno o dos años de prácticas, luego con suerte consiguen un contrato de trabajo temporal con salarios insuficientes, así no se puede crear una familia”, explica Dierk Hirschel, economista jefe del poderoso sindicato alemán del sector administrativo y servicios (Verdi), que tiene más de dos millones de afiliados.
“La inseguridad, los salarios bajos y la presión en el puesto de trabajo hacen que cada vez menos gente decida tener hijos, esa es una de las causas por las que Alemania tiene hoy un índice de natalidad tan bajo”, asegura.
En el Gobierno y en la patronal se ve la solución en la inmigración. “Las condiciones de Alemania son buenas, pero nuestra reputación, como país difícil, es muy mala”, dijo ayer Merkel, mencionando un informe de la OCDE que sitúa a Alemania entre los países menos atractivos para emigrar. El Gobierno quiere cambiar eso, pero mientras tanto la propia eurocrisis, con sus desastrosos efectos en el Sur y Este de Europa, se encarga de acudir al rescate. El 80% de los inmigrantes recibidos el año pasado proceden de la Unión Europea. Por orden de importancia: Polonia, Rumanía, Bulgaria, Grecia, España (11.000) y Portugal. En total más de 800.000 personas, un 17% más que en el 2011.
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