La historia de Noureddine Ziani cada vez parece más salida de novelas de John le Carré o Frederick Forsyth. El ciudadano marroquí, cuya expulsión pide el CNI porque lo considera un espía de Rabat con la misión de impulsar el salafismo, fue defendido ayer por el Gobierno catalán. El portavoz de la Generalitat, Francesc Homs, afirmó que sería «muy grave» que Ziani se viera en esta situación por ser partidario de la independencia de Cataluña.

Aunque sembró la sospecha, Homs afirmó que a la Generalitat le cuesta creer que «el CNI actúe por razones ideológicas». Además, añadió que las dudas en este sentido podrían deberse a que, por razones de fuerza mayor, el servicio de inteligencia español «no puede actuar con transparencia, y eso permite todo tipo de juicios».

Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), el partido al que pertenece el portavoz de la Generalitat, hizo una defensa mucho más clara de Ziani, captado hace un año por el dirigente convergente Àngel Colom para que se involucrase en la asociación Nous Catalans, que busca hacer proselitismo de la causa soberanista entre los inmigrantes .

El propio Colom aprovechó la atención mediática que ha despertado el caso de su colaborador –del que ayer no se despegó durante toda su comparecencia ante la prensa– para elevar el tono de sus ataques contra el servicio secreto. Así, se sumó a las acusaciones de CiU y ERC contra el CNI, al que atribuyen una suerte de boicoteo del proceso soberanista con «juego sucio» del Estado, situando el caso de Ziani en la categoría de «montaje». Menos contundente en sus palabras, en cambio, se mostró el propio Ziani, que negó las acusaciones contra él, rechazando de lleno que tenga relación con el movimiento salafista radical o que trabaje para los intereses del Gobierno de Marruecos. «No soy un salafista radical y nunca lo he sido», aseguró, recordando que con sus actividades en Cataluña busca, precisamente, «lo contrario». «Hasta los imames se han reído de estas acusaciones», añadió, poco después de haber negado estar a sueldo del servicio secreto marroquí, tal y como queda reflejado en la investigación llevada a cabo durante tres años por el CNI. Para Ziani, en todo caso, el informe que apoya su expulsión de España –el secretario de Estado de Interior debe tomar una decisión a partir de hoy– sólo responde a «una injusticia», una persecución atribuible a su trabajo para tratar de acercar a la comunicad musulmana residente en Cataluña a las tesis independentistas.

«Me sorprende que sea por otras razones», dijo el también presidente de la Unión de Centros Culturales Islámicos de Catalunya (UCCIC) quien, según consta en las investigaciones del CNI, habría mantenido varias reuniones con los imames salafistas de Reus (Tarragona) y Salt (Gerona). Unas visitas que Ziani ayer rebajó a un intento de explicar «la visión de Cataluña» de Nous Catalans.

Àngel Colom (CDC) habla de «montaje» del CNI y de «juego sucio» del Estado
La decisión sobre su expulsión queda a partir de hoy en manos de Interior