La población europea aumenta en BCN pese al éxodo de inmigrantes
Los italianos son la comunidad más Los foráneos representan el 42,6% en Ciutat Vella, aunque el mayor volumen reside en el Eixample numerosa tras el retroceso de latinoamericanos y asiáticos
El Periodico, , 02-05-2013
La economía es la única responsable de que Barcelona siga tan multicultural estadísticamente hablando como hace un año –con un 17,4% de población inmigrante– pero que su fisonomía cambie a marchas forzadas. Menos latinos y más europeos sería el resumen más simple del último avance. La capital catalana empezó el 2013 con un total de 280.047 empadronados de otros países, un 0,8% menos que en el 2012, en consonancia con la crisis que ha forzado el regreso de quienes vinieron en busca de una oportunidad que parece haberse evaporado. Sin embargo, la evolución por continentes es reveladora, los llegados del viejo continente ya son más de 92.000 (suben el el 6%), la mayoría comunitarios y al alza. Los italianos, de hecho, se aúpan a la primera posición por nacionalidades, desbancando a los paquistanís. El podio lo cierran los chinos, una de las pocas nacionalidades asiáticas que siguen creciendo.
El retrato de la población de Barcelona es bien distinto al del año 2000, cuando los foráneos eran poco más de 53.000. La ciudad vivió un auge sin tregua hasta el 2009, cuando se alcanzaron los 294.918, para iniciar discretos descensos vinculados a la evolución económica del país. Si el año anterior se distinguió por la caída de americanos y el creciente peso de asiáticos, en los últimos 12 meses fueron mermando ambas canteras, en especial la primera, hasta representar un 37,7% del total. Entre las caídas más drásticas, las de dos perfiles que llegaron a lo más alto del ranking local, los ecuatorianos (un 12,3%) y los paquistanís. Por contra, el perfil europeo ha ido subiendo y solo el comunitario ya se come un 27,6% de la tarta estadística.
DISTINTAS MOTIVACIONES / El caso de los italianos (24.256), pese a su hegemonía, sigue siendo algo tramposo porque alinea a muchos suramericanos con doble nacionalidad. Sin embargo, también crecen franceses, británicos, alemanes, rusos, portugueses y suecos. Son cifras modestas pero significativas en pleno éxodo del resto de perfiles. El inmigrante europeo, según la interpretación municipal del informe, acude seducido por una ciudad «amable y acogedora». Muchas veces llega para estudiar o por traslados laborales, situaciones muy distintas a la del viajero transoceánico que llegaba en busca de empleo e ingresos.
Otra pista del freno de mano migratorio que ha impuesto la crisis la aporta la caída de solicitudes de reagrupamiento familiar que, con 3.118, quedan por debajo de la mitad de los registrados en el 2008. La solicitud de informes de arraigo también baja en picado.
Pero Barcelona, incluso con menos oportunidades laborales, mantiene su tirón como metrópoli donde fundar un hogar mixto. Casi un 30% de los matrimonios celebrados el año pasado fueron protagonizados por un español y un extranjero, y un 8,5%, por dos extranjeros. En el acumulado de la ciudad, de los 660.000 hogares barceloneses, casi un 19% integran a algún foráneo.
Por distritos, Ciutat Vella se mantiene como zona con más proporción de extranjeros, con un 42,6% sobre el total de residentes, seguida por Sants-Montjuïc (19,9%) y el Eixample (18,5%). Sin embargo, en volúmenes totales de población extranjera, el Eixample sigue siendo el de mayor presencia (48.917), con un 17,5% del total, seguido por el distrito central, con un 15,7%.
SINGULARIDADES POR BARRIOS / Yendo al detalle, destacan barrios con fuertes caídas de población inmigrante, como Ciutat Meridiana (tristemente popular en el 2012 por sus altas cifras de desahucios), con un 9,5%, seguida por Canyelles y el Bon Pastor. En el reverso de la moneda, suben Baró de Viver (11,5%), Vallbona, La Marina del Prat Vermell y Diagonal Mar y Front Marítim, en este último caso, al igual que en Sarrià y Vallvidrera, a costa de europeos.
En unas y otras áreas, otros problemas económicos y sociales han relevado a la percepción de la inmigración como problema ciudadano, hasta alcanzar un pírrico 2,3%, frente al 15,10% que logró en los tiempos de bonanza.
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