La última EPA muestra un descenso significativo de la población activa (los mayores de 16 años en disposición de trabajar): 85.000 personas menos en el primer trimestre lo que sitúa la cifra total en 22.837.400 personas. Fernando Jiménez Latorre, secretario de Estado de Economía, lo atribuyó a dos motivos. El primero al lógico desánimo de muchas personas ante las casi nulas oportunidades de encontrar empleo. El segundo motivo y sin duda el más relevante es el regreso de extranjeros a sus países de origen. Para Jiménez Latorre, la movilidad de los extranjeros es muy superior porque tienen menos raíces en el país.

Los datos sobre el total de población (no solo la activa) corroboran ese movimiento. El total de población mayor de 16 años ha disminuido en este primer trimestre en 63,000 personas, Y de ellas 54.000, esto es un 85%, son de nacionalidad extranjera.

Ese retorno a los países de origen se ve con claridad en Catalunya, la comunidad con mayor número de inmigrantes (1,54 millones sobre los casi 5 millones de España). En la actualidad, Catalunya ya no es un país receptor de inmigrantes , porque son más los que marchan que los que llegan.

Es cierto que se marchan autóctonos en busca de oportunidades fuera. Pero en su inmensa mayoría, un 90%, los que se van son extranjeros que vinieron a trabajar en los años de bonanza económica, según datos del Idescat, la oficina catalana de estadísticas.

Con todo, la tasa de paro entre la población inmigrante alcanza un nivel que cualquier país consideraría explosiva. Roza el 40%, catorce puntos por encima de la de las personas de nacionalidad española (25,11%). Aunque en términos absolutos, el aumento del paro en lo que va de año afecta más a los españoles: 156.800 desempleados más, frente a 80.500 extranjeros.