El ala oeste
La otra ciudad
Deia, , 10-04-2013PUEDE que ya no sirva de nada hablar o escribir sobre ello, puede que la decisión esté tomada, y lo está. Puede que haya razones que justifiquen esa decisión, pero el que en Vitoria se haya decidido, el Ayuntamiento haya decidido, cerrar la casa de duchas abierta al público hace más de 60 años pone al descubierto una realidad que no siempre queremos mostrar.
Vitoria, la ciudad ideal para vivir, ni muy pequeña ni muy grande, con una oferta cultural y social aceptable, la capital verde, la que se puede recorrer de punta a punta andando o en bicicleta o en tranvía, la ciudad de la que presumimos, la capital de Euskadi, esconde otra ciudad. Es la ciudad de los que hasta ahora han utilizado esa casa de duchas. Unos por ahorrar, la mayoría por necesidad.
Es la ciudad de una vitoriana de toda la vida, de Edelmira. Tiene 86 años. No se han movido del Casco Viejo de la ciudad en toda su vida. Vive sola. Su casa tiene baño, pero no bañera, ya que como no podía utilizarla la reconvirtió en armarios, y en los últimos años la casa de duchas se había convertido en su ducha.
Es la ciudad de una madre, su hija y su nieta. Inmigrantes . No tienen agua caliente en casa. Sí, hay casas en Vitoria que no cuentan con agua caliente. Hay familias que no pueden permitirse el lujo de pagar el agua caliente o la calefacción.
Es la ciudad de los que viven y duermen en la calle. En verano y también en este frío invierno. La ciudad de los que encontraban su ducha en este servicio de la calle Correría, que dicen que se había convertido en un gueto. Ya, pero por desperdigar esta situación de marginación por la otra ciudad, no desaparece. Es lo que tiene la realidad, que es tozuda.
Hablo de Vitoria porque la conozco, pero cambien el nombre de Vitoria – Gasteiz por el de cualquier otra ciudad y seguro que descubren una realidad que no suele aparecer en las guías turísticas.
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