Si quiere los papeles, aprenda inglés
La reforma migratoria de EE UU aviva el debate sobre la importancia de hablar bien el idioma El lenguaje es crucial en la integración
El País, , 19-02-2013Sobre el papel, todo aquel que desee obtener la nacionalidad estadounidense debe saber inglés. Pero este requisito, según los críticos, no se requiere con la suficiente contundencia. Que millones de ciudadanos no dominen el idioma tiene elevados costes económicos para las distintas Administraciones (sobre todo en los servicios de traducción de los servicios públicos, la policía o los tribunales), y dificulta la integración cultural, educativa y laboral de los inmigrantes . De ahí que republicanos y demócratas coincidan al menos en este punto de la reforma.
Estados Unidos es una nación en la que la mayoría de la población puede dibujar la línea del árbol genealógico de su familia hasta reconocer al primero de sus antepasados que llegó de otro país. Las sucesivas oleadas migratorias han hecho que en muchas ciudades se pueda desarrollar toda la actividad diaria sin pronunciar una sola palabra de inglés. Y esto es visto por muchos estadounidenses como una amenaza a su cultura. Los expertos consultados inciden, además, en la importancia del idioma como factor de integración.
El requisito no es exclusivamente estadounidense. En la Unión Europea, el conocimiento de la lengua oficial es un requisito en todos los casos excepto en Bélgica, Chipre, Irlanda, Italia, Polonia y Suecia. Este requerimiento se puede demostrar mediante la presentación de un certificado oficial, como en Alemania, o a través una entrevista ante un juez, como en el caso de España. Otros 17 países exigen además superar un examen de conocimientos cívicos. En Francia, por ejemplo, a la prueba de idioma se añade el juramento ante los “valores franceses”, mientras que Canadá da dos opciones: inglés o francés.
La última oleada migratoria de EE UU comenzó en los años setenta y en 2007 marcó un récord. El estallido de la emigración desde Centroamérica, en especial desde México, ha terminado con la presencia de 11 millones de personas que residen en EE UU sin papeles. Muchos de ellos ya tienen hijos de nacionalidad americana, y con ellos comparten el terror a una deportación.
Los hispanos han contribuido a más de la mitad del crecimiento de la población de EE UU en la última década. Han cambiado los apellidos más comunes en las listas de estudiantes admitidos en los colegios y el idioma en los comercios de muchas ciudades; se han ganado un hueco en el Spanish Harlem —barrio históricamente afroamericano de Nueva York— y han dejado California, Arizona o Tejas para trabajar en Carolina del Norte o Colorado, que antes no pisaban.
“En este país mucha gente asocia el español con inmigración ilegal, así que aquellos que no han aprendido inglés suelen recibir un trato distinto”, asegura Roxana Soto, inmigrante y coautora del libro Spanglish baby sobre la educación de niños bilingües. “Por supuesto que existe discriminación por culpa del idioma. A pesar de que el español es el segundo más hablado del mundo, no tiene el mismo prestigio que otros”.
Según los investigadores del Center for American Progress, esa primera opinión de los estadounidenses hacia los inmigrantes “se debe a que la ilusión de que estos no pueden ser asimilados nace cuando todavía no han tenido la oportunidad de absorber la cultura como otros”, especialmente porque todavía no dominan el idioma. Esta sensación, sin embargo, cada vez se difumina antes. Según un informe de la institución en 2010, la integración de los inmigrantes es más profunda y más rápida que hace 20 años.
Jody Vallejo, escritora y socióloga de la Universidad Southern California, refleja este fenómeno en su última obra, De los barrios a los suburbios. Su análisis del viaje hasta la clase media de los mexicanos americanos es un retrato de la rápida transición que lleva a los inmigrantes desde los vecindarios exclusivamente hispanos en el Bronx o en Los Ángeles, parada obligada de los recién llegados, hasta las urbanizaciones de clase media de San Antonio (Tejas).
Los expertos han identificado varios factores que impulsan la integración del inmigrante y todos ellos giran en torno a la consecución de la nacionalidad. A partir de ahí, para la mayoría, el siguiente paso es el acceso a una vivienda. Después llega un mayor dominio del idioma, acompañado de mejores condiciones laborales.
El 87% de los inmigrantes reconoce que el requisito de aprender inglés como condición para la nacionalidad es imprescindible y razonable, según el Centro Pew Hispanic. La condición del idioma, además, no responde tanto a una amenaza a la cultura sino a una garantía de que quien quiera formar parte de la sociedad de EE UU se compromete totalmente con sus valores, señala Annaluisa Padilla, abogada y experta en inmigración. “Estamos intentando integrar a nuevas personas en la idea que tenemos de este país y que a la vez se conserve el tejido social al que contribuimos todos, y el lenguaje es uno de sus elementos”.
EE UU ha debatido en diversas ocasiones sobre la necesidad de aprobar leyes que reconozcan un idioma oficial, pero nunca ha dado el paso. Y el crecimiento de la población hispana, que ya supera los 50 millones de ciudadanos —uno de cada seis estadounidenses— junto a la mezcla de decenas de idiomas diferentes, hace pensar que no ocurrirá. En el país conviven iniciativas de algunos Estados que sí han promovido leyes conocidas como English only y que restringen, por ejemplo, la enseñanza bilingüe en escuelas públicas, mientras que el Gobierno federal obliga a publicar las papeletas electorales en varios idiomas.
De momento, la condición idiomática que impone EE UU a quienes quieran obtener la nacionalidad —el mismo requisito que contemplaría la reforma migratoria— es que los candidatos superen un examen sobre conocimientos de la historia del país, de sus costumbres y valores, así como una entrevista. En esta deben contestar en inglés preguntas sobre cuándo y cómo llegaron al país, historial familiar y cuestiones legales y morales que no siempre saben explicar en otra lengua.
“La mayoría de las personas que no aprueban el examen es precisamente por su nivel de inglés, no por su falta de conocimiento de la historia de este país, eso se puede memorizar”, explica Ana Negoescu, profesora de Carecen, una organización que ayuda cada año a centenares de inmigrantes a prepararse para su examen de ciudadanía. “Hay preguntas complicadas y si no lo has practicado antes, es difícil comprender lo que te están pidiendo”. Con cada solicitud hay dos oportunidades para examinarse y solo es necesario repetir aquella parte que se haya suspendido.
Los inmigrantes reconocen que si no aprenden inglés se enfrentan a auténticas barreras para participar plenamente en la sociedad. Hay algunos solicitantes que encuentran este requisito como un gran impedimento, en especial si pasan por el proceso de solicitar la ciudadanía como adultos, cuando ya no es tan fácil aprender un idioma. Pero la posibilidad de alcanzar la nacionalidad de EE UU, tras un proceso que suele durar varios años, hace que la mayoría de solicitantes lo acoja positivamente. “Adquirir la nacionalidad es el tramo final de un largo viaje. Les hace ilusión, les gusta tener la oportunidad de aprender más cosas sobre la historia del país”, explica Padilla.
Nadie se identifica en EE UU con el sueño americano como los inmigrantes . Conseguir la nacionalidad es, para muchos de ellos, la consolidación de ese anhelo. Según el expresidente John F. Kennedy, “la inmigración ha dado a cada estadounidense un estándar por el que juzgar lo alto que puede llegar”. Casi 50 años después de que el demócrata hiciera estas declaraciones, miles de jóvenes indocumentados, apodados dreamers, luchan por una ley de inmigración que les dé la oportunidad de realizar ese mismo sueño.
“Es justo que el inmigrante deba hablar inglés porque además crea una gran variedad de oportunidades laborales, económicas y sociales a las que no accedería de otra forma”, asegura George Escobar, profesor de la organización CASA Maryland, donde decenas personas preparan cada año su examen.
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