UNA HISTORIA DE LOS ASENTAMIENTOS DE SANT MARTÍ
Yussif ya no es el 38
El joven ingresado en el centro de internamiento de extranjeros tras el desalojo de una nave en el Poblenou salió ayer en libertad. El chico vive en Santa Coloma y estaba en la fábrica para ayudar
El Periodico, , 23-01-2013Sara sonríe. Feliz. Ya puede despegar la etiqueta con el odioso 38 estampada por la Policía Nacional en su DNI desde el sábado 12 enero, la primera vez que pudo entrar en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca para ver a Yussif, su novio, encerrado con ese número de interno desde el día 10, tras ser detenido por los Mossos d’Esquadra en el desalojo de la nave de la calle de Sancho de Ávila que había okupado junto a otros chicos tres días antes, después de que esa misma semana la Guardia Urbana les expulsara de otra fábrica en la calle de Zamora, también en el Poblenou.
La joven recibía la noticia de la inminente liberación de su novio en la puerta del CIE a primera hora de la mañana, justo cuando estaba a punto de entrar a visitarle, como ha hecho cada mañana desde aquel 12 de enero, y esta vez acompañada por EL PERIÓDICO. «Ya no eres el 38, amor. Vuelves a ser Yussif. ¡Te dejan salir!», le comunicaba la joven –leonesa de 25 años– tras el cristal del hostil locutorio, en el único lugar y de la única manera –a través del teléfono– en el que ha podido ver a su pareja en los últimos días. «Te traía el periódico, pero ya no te lo dejo. Lo lees después, en casa», se despedía. El periódico que Sara no le llega a entregar a su novio es el Marca. Yussif es futbolero. Del Real Madrid. «Desde niño», confiesa. Quizá fue la vena merengue la que sembró en su infancia la semilla del sueño europeo.
Yussif dejó Ghana con 17 años, hace algo más de tres. Llegó a Canarias, en patera, como muchos de sus compañeros en los asentamientos. De allí saltó a la Península, donde estuvo en centros de acogida de menores en Jaén, Santander y Vitoria, pero al alcanzar la mayoría de edad le tocó buscarse la vida. Solo. Sin papeles. Un contacto le trajo hasta Barcelona, donde, hasta hace 12 días, hacía de músico. «Soy un rasta», se define. Tiene un grupo de reggae. En la nave de la calle de Zamora, la primera de la que les desalojaron, el 7 de enero, tenían incluso un estudio de grabación. «Tocan muy bien. Nos conocimos en un concierto», dice Sara, pareja de Yussif desde octubre.
El joven artista no vivía en la nave. Vive en un piso con Sara, en Santa Coloma. Pero la noche antes del desalojo se quedó a dormir en la fábrica para ayudar al resto de chicos que sí vivían allí a afianzar la okupación. «Son mi familia». Yussif es de los que mejor habla castellano entre los africanos del Poblenou y es el intérprete oficial del grupo.
La semana pasada tenían hora en Extranjería para regularizar los papeles, cita a la que no pudieron acudir al estar este en el CIE. Uno de sus proyectos, ahora que vuelve a estar en libertad es aprender alemán. Cuando legalice su situación, se plantean probar suerte en otro lugar de Europa. Sara –licenciada en Educación Infantil y en Pedagogía– está estudiando también un posgrado de profesora de español para extranjeros. «Por si al final nos vamos a Alemania –explica–. Y, si no conseguimos los papeles, me iré con él a Ghana, pero aquí, así, no nos vamos a quedar».
Antes de salir del CIE, Yussif le deja su MP3 y una tarjeta telefónica a Khadima, otro chico de los asentamientos del Poblenou interno. «Yo ya estoy libre, pero Khadima sigue dentro. Estos centros no deberían existir. Ya se podían gastar el dinero en otras cosas», reflexiona el joven en el bus que le devuelve a casa, después de todo.
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