Uno de los riesgos de nuestra sociedad interconectada es que las noticias malintencionadas tienen grandes posibilidades de difundirse urbi et orbi, llegando, por la vía de saturación, a tener visos de realidad. Afortunadamente, se ha demostrado que se puede hacer también el camino a la inversa. Es el caso, por ejemplo, de la red antirrumores creada por el Ayuntamiento de Barcelona en el 2010. La red se dedica a combatir estereotipos del tipo “los inmigrantes copan las becas de comedor” o “colapsan los servicios médicos”. A través de un grupo de organizaciones y ciudadanos voluntarios, la red difunde la información correcta sobre cuestiones relacionadas con los inmigrantes . También por este efecto de sociedad en red, iniciativas como la barcelonesa logran trascender el ámbito local y suscitan el interés de ciudades que comparten las mismas problemáticas. La propia Unión Europea ha reconocido la oportunidad de este mecanismo para combatir la mala intención.