Barcelona exporta su red antirrumores
La Vanguardia, , 14-01-2013Los inmigrantes copan las becas comedor; colapsan los servicios médicos; se quedan con la vivienda pública disponible; abren negocios todos los días del año a cualquier hora… La red antirrumores se encarga de combatir estos estereotipos usando datos objetivos y difundiéndolos a través de una red de activistas. La red cuenta con organizaciones y ciudadanos que voluntariamente reciben información y se encargan de difundirla. En el caso de Barcelona hay actualmente 114 organizaciones, desde asociaciones de vecinos hasta padres de escuelas.
Esta buena práctica ha sido reconocida como tal por la Unión Europea. La Open Society, el grupo de fundaciones que preside Georges Soros –que este año abrirá sede en Barcelona– junto al Consejo de Europa y la Obra Social de La Caixa, financiarán un programa de la fundación Acsar para extender esta práctica a cuatro ciudades de la Red Española de Ciudades Interculturales que dirige el antiguo comisionado de inmigración del Ayuntamiento de Barcelona, Daniel de Torres. La Universitat Pompeu Fabra evaluará el desarrollo de este programa a través del grupo de investigación interdisciplinaria sobre la inmigración, que dirige Ricard Zapata, anterior director de la Red de Ciudades. “Hay mucha gente interesada en la estrategia. También en Latinoamérica nos han pedido asesoramiento sobre el funcionamiento”, explica De Torres quien, tras dejar el Ayuntamiento con la constitución del nuevo gobierno de Xavier Trias, se incorporó al equipo de asesores del Consejo de Europa en materia de interculturalidad.
También otras ciudades europeas se han interesado por la estrategia desarrollada en Barcelona. La crisis económica ha disparado los conflictos interculturales. Las ciudades donde la convivencia entre diferentes se pone a prueba cotidianamente, son especialmente sensibles a esa escalada. Helena Rojas es una ciudadana sueca de origen español que dirige el área de políticas de integración de Botkyrka, una ciudad del área metropolitana de Estocolmo en la que viven 87.000 personas. Un 54% de sus habitantes han nacido, ellos o sus padres, en otro país. Botkyrka se enfrenta a una gestión de la inmigración mucho más compleja porque ahora ya están haciendo frente a la tercera generación, es decir, los nietos, y que parte de la sociedad sigue considerando ciudadanos ajenos. Debido a esa composición social Botkyrka, explica Rojas, “es una ciudad donde se experimentan muchas políticas públicas sobre la interculturalidad. En este sentido la experiencia de Barcelona nos resulta especialmente interesante porque también allí se han desarrollado políticas innovadoras como la red antirrumores”. “En parte –concluye Rojas– ver que ciudades como Barcelona son capaces de probar nuevas fórmulas con éxito nos hace pensar que no estamos locos ni solos, que se pueden hallar soluciones”.
Miquel Esteve, el actual comisionado de inmigración del Ayuntamiento de Barcelona, subraya la importancia de que Barcelona sea capaz de exportar tecnologías sociales.
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