Seriyne Abib Diongue Voluntario de Cruz Roja
"Los mayores eran reservados conmigo; ahora todos quieren que les lleve de paseo"
Abib lleva dos años colaborando con Cruz Roja como acompañante de personas mayores. Ahora tiene el título de auxiliar y su intención es continuar ayudando a los demás. "En Bilbao me hicieron sentir muy bien, como en casa, y quise devolverles el favor", asegura el senegalés
Deia, , 10-01-2013Bilbao. Abib tiene 35 años. Hace cuatro dejó su Senegal natal en busca de un futuro mejor. Tras dos años dando tumbos por diferentes puntos del Estado, en 2010 llegó a Bilbao. El pueblo vasco le recibió con los brazos abiertos y él decidió retomar su labor solidaria y devolver a la villa todo lo bueno que le había entregado. Abib se puso en contacto con Cruz Roja y desde entonces colabora como acompañante de personas mayores en una residencia. “Al principio, no se fiaban de mí, pero ahora todos quieren venir conmigo”, asegura.
¿Cuánto tiempo lleva aquí?
Llegué a Madrid, en calidad de turista, el 8 de agosto de 2008. Pasé por Tenerife y Alicante antes de llegar a Euskadi hace más o menos dos años. Desde entonces estoy colaborando con Cruz Roja.
¿Antes colaboró con alguna organización solidaria?
En mi país, sí. Toda la vida me ha interesado la labor social. Entre los 15 y los 20 años colaboré con algunas organizaciones en mi país y, desde hace cuatro años, soy el presidente de la Asociación de Donantes de Sangre de Senegal. Un año después de mi nombramiento, me vine aquí y ahora está a punto de concluir mi mandato.
¿Por qué decidió retomar su labor social en Bilbao?
Al llegar aquí no tenía trabajo, ni papeles, ni ocupación, pero todo el mundo me trató muy bien, mucho mejor que en otros sitios. En Bilbao me hicieron sentir bien, como en mi propia casa, por eso quise devolverles el favor convirtiéndome en voluntario de Cruz Roja y ayudando a los demás.
Y se puso en contacto con ellos.
Sí. Les dije que quería participar en alguna de sus actividades como voluntario. Realicé varios cursos de preparación y empecé con el acompañamiento a personas mayores. Llevo más de dos años en Caser, la residencia de ancianos de Artxanda. Me gustó el trabajo de los auxiliares y eso me animó a apuntarme en los cursos de Cruz Roja para ser auxiliar de residencia.
¿Superó el curso?
Sí. Ahora tengo papeles, ya tengo el título de auxiliar y realicé las prácticas en Caser Residencial. Estoy preparado para trabajar como auxiliar de personas mayores y mi intención es continuar colaborando y ayudando a la gente en todo lo que pueda.
¿Las personas a las que ayuda se sorprenden al verle?
Sí. Siempre pongo de ejemplo a Paco, uno de los señores de la residencia de Artxanda. Al principio, era un poco reservado conmigo, tenía miedo de los africanos. Tardó varios meses hasta que empezó a confiar en mí, pero ahora nos hemos hecho muy amigos y dice que es mi padre de color diferente.
¿Tenía reservas por el color de su piel?
Sí. En general, son reservados con los desconocidos y al ser de otro país les da más reparo. Las personas de color tenemos muy mala imagen por las cosas que salen en la tele y piensan que somos malos. Por eso, los primeros días, Paco fue un poco reservado, pero ahora me ha acogido como su hijo de sangre.
¿Y el resto de personas de la residencia?
Pasó un poco lo mismo. Al principio, solo estaba con Paco porque era la persona que me habían asignado, pero ahora todos quieren estar conmigo. Cuando llego a la residencia todos me preguntan si voy a salir con ellos de paseo.
Además de en la residencia colabora con Cruz Roja realizando acompañamientos puntuales.
Así es. Hay personas que, de manera puntual, necesitan que les acompañe al médico o a realizar alguna gestión y yo voy encantado.
¿Cómo reaccionan estas personas que no le conocen?
Les extraña un poco, pero son personas que no pueden permitirse un auxiliar privado y que necesitan de la ayuda de voluntarios como yo. Por eso se comportan bien conmigo, porque saben que estoy aquí parta ayudarles.
¿Colaborar con Cruz Roja le ha ayudado a integrarse en Bilbao?
Mucho. Ahora tengo muchos amigos, los empleados de la residencia, la gente de Cruz Roja, muchas personas.
¿Recomendaría, entonces, a otros inmigrantes que colaboren con organizaciones como esta?
Claro. De hecho, animé a un compañero de piso a que se hiciera voluntario.
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