La señora Feliz y el retorno triste
Una dominicana que llevaba en España desde 2002 denuncia «una paliza» policial en Barajas antes de su deportación
El Mundo, , 02-12-2012A Miosotis Feliz le arruinaron el apellido el pasado lunes, aquel día en que la dominicana fue sacada del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Madrid, llevada por dos policías al aeropuerto de Barajas, amarrada a la fuerza y subida con la «cara hinchada» y semidesnuda al vuelo 6501 de Iberia, después de haber recibido supuestamente «una paliza» por parte de la Policía.
Al menos así lo dice la denuncia que ha interpuesto ante la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional de República Dominicana nada más llegar. Al menos así lo corrobora el parte de lesiones que habla de un cuerpo marcado. Al menos así lo cree la cancillería del país que investiga el caso. Y al menos así se infiere del rosario de fotografías brutales que se aportan a la causa.
«Eran cinco. Les pedí por favor que no me pusieran aquel chaleco para inmovilizarme. Que me daba fobia estar atada. Yo les pedía que no me apretaran mucho. Y entre ellos decían: ‘Apriétala tú, que tienes más fuerza’. Como me resistía empezaron a pegarme. Me tiraron al suelo y me golpearon. Al ver que estaba sangrando mucho por la boca, el ojo derecho y la nariz, llamaron al médico y aun así me llevaron (…) Sólo cuando el avión arrancó me desataron. Entonces fue cuando me dejaron que me subiera el pantalón, porque me dejaron en bragas».
El episodio de la deportación de Miosotis Feliz ha acabado con una denuncia en distintas estancias jurídicas del país, con Amnistía Internacional dando cobertura a la deportada, con la Embajada española en Santo Domingo tratando de dar explicaciones sobre lo ocurrido y con los principales medios de comunicación locales interesándose por la historia: el relato de una conciudadana que, después de 10 años de arraigo aquí, acabó como leen.
En conversación telefónica, su abogado, Nicolás Rodríguez, lo explicaba de esta manera: «Es un acto de barbarie de la peor calaña, incalificable, un hecho cavernario y similar a los que se aplicaron en los tiempos de la colonia».
Este periódico contactó con la Dirección General de la Policía para conocer su versión de lo ocurrido. Según fuentes oficiales, los agentes de la Brigada de Extranjería y Documentación intentaron inmovilizar a la dominicana cuando ella trataba de «autolesionarse». De ahí fotografías como las del ojo.
La inmigrante se «golpeó sola» contra «el suelo» y otros «elementos fijos» de la sala de embarque de la T4, mordió a una policía para que no le impidiera seguir con el castigo propio, y todos los intentos que llevaron a cabo entre cuatro agentes (dos hombres y dos mujeres) para que dejara de hacerse daño fueron en vano.
«Era la segunda vez que intentaban echarme. Dos días antes, me dijeron que ese mismo lunes me devolverían en el vuelo. Así que llegó el día y dos agentes me llevaron a Barajas. Allí me recibieron otros dos, mujeres de paisano. Me quitaron todo y me llevaron a un cuartito. Trataron de ponerme el chaleco y yo me negué. Empezaron a intentarlo a la fuerza. Tres se subieron encima y me hacían daño. Se ensañaron».
Feliz llegó a España en agosto de 2002 con 29 años y realizó varios cursos de peluquería, tiene hijo y novio en nuestro país, se ganaba la vida cortando el pelo y llegó a tener todos los boletos para lograr una residencia estable que finalmente no afianzó.
Acabó finalmente en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Madrid, donde salió 48 días después. Lo hizo para ser llevada al aeropuerto, donde fue despedida como cuenta. «Me gritaban: ‘Hija de puta’, ‘desgraciada’, ‘maldita puta’ y ‘te vas a ir como sea’. Al final, eran cinco dándome».
El parte médico elaborado por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de la República Dominicana detalla que, a su llegada a Santo Domingo, Miosotis presentaba lesiones en cabeza, cara, ojo izquierdo, abdomen, región costal izquierda y pie y brazo derechos.
Tanto el consulado como la embajada de la República Dominicana en España confirmaron que conocen el episodio y que trabajan por esclarecer lo ocurrido. Menos cauteloso se mostró Nicolás Rodríguez, abogado de la denunciante. «No vamos a parar hasta que se depuren los culpables. Aquí en mi país todos estamos horrorizados. Digo, como en la época de la colonia».
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