Rollitos de primavera con carne humana y otros «cuentos chinos»

El corresponsal en Pekín Ángel Villarino destapa la cultura china para tumbar mitos y explicar la realidad de esta civilización creciente en España

ABC, miriam ruiz castro, 10-12-2012

«Cuando llueve, los laowai (guiris) buscan refugio. Los chinos buscamos paraguas para vendérselos». Wen oyó resumir así a un primo suyo la filosofía de vida de toda una comunidad en España. Wen es un chino latero —o el «puto chino pesado de las cervezas», como lo han llamado algunos de los laowai que transitan las calles del centro de Madrid—. Llegó a España de la misma forma que la mayoría de sus compatriotas: «con un itinerario y una cifra», en busca de un paisano con trabajo para él. No vienen a echar raíces aquí, solo buscan prosperar. En China son tantos que no hay oportunidades para todos. Pero es allí a donde regresan a morir, porque «la hoja del árbol tiene que caer sobre la raíz». No hacen rollitos de primavera con los restos de sus muertos, ni queman sus cadáveres para revender sus documentos. Como éste, la mayoría de los cuentos que se oyen en España sobre esos vecinos discretos a quienes compramos ropa de bazares y arroz frito tres delicias no son más que «cuentos chinos».

La leyenda urbana comenzó en Francia, y es, probablemente, «la más escandalosa, la más extendida y la más fácil de desmentir». La tasa de mortalidad de los chinos es ligeramente inferior a la de otros inmigrantes , lo que ha despertado todo tipo de historias sobre cómo se deshacen de los cadáveres de sus muertos. Ángel Villarino lleva casi cuatro años como corresponsal en Pekín y admite que existe un gran desconocimiento sobre uno de los grupos de inmigrantes más numerosos y prósperos del país. El propósito de su libro «¿A dónde van los chinos cuando mueren?» es desmitificarlos, «hacerlos humanos».

Hay lápidas chinas en cementerios españoles, aunque la mayoría de los que mueren antes de que hayan podido regresar a sus raíces escogen ser incinerados, la forma más cómoda de ser finalmente trasladados de nuevo a China. «Algunos incluso se arruinan para dar un buen funeral a sus padres», indica Villarino.
Rollitos de primavera con carne humana y otros «cuentos chinos»
Ángel Villarino

«Excitan mucho la imaginación porque son muy desconocidos y además prosperan muy rápido» El desconocimiento, la curiosidad que despiertan por lo misterioso y diferentes que son se conjugan y acaban por generar todo tipo de historias pintorescas sobre esta comunidad, que extiende sus raíces por Europa formando árboles genealógicos similares al organigrama de una multinacional. «Estamos en las antípodas culturales. No son una nación, si no más bien una civilización» explica Villarino. Además, la reacción es recíproca. Los españoles que emigran a China tampoco se integran del todo: siguen comiendo su comida y mantienen sus costumbres, tan distintas a las de ellos.

Alrededor del 70 por ciento de los chinos que viven en España provienen proceden de Qingtiang, una zona rural, de familias muy tradicionales, que creen que sus hijos han de acercarse a sus tradiciones, al idioma y el dialecto, casarse con un extranjero puede ser incluso un horror, según relata Villarino. Quieren preservar la cultura China, de la que están muy orgullosos. Con internet es posible ser un expatriado y mantenerse en permanente contacto con la ciudad natal. También hay leyendas urbanas sobre «los niños chinos que se crían como españoles» en China, que generan miedos y recelos entre toda la comunidad.
«Menú», «barato», «arroz» y «euro»

Esquemas que funcionan y se repiten. Así es como los chinos prosperan en España. «Menú», «barato», «arroz» y «euro» son palabras indispensables para un primer trabajo aquí. «Los chinos copian absolutamente todo porque no tiene muy clara cuál es la fórmula del éxito. Copian esquemas que funcionan», explica Villarino, lo que explica que todos los restaurantes chinos contengan los mismos menús y que sus bazares vendan las mismas prendas. El famoso menú de los mil platos contiene alimentos que ellos nunca comerían. Han ido adaptando muchas recetas al paladar europeo. «Descubrieron, por ejemplo, que nos encantaba lo frito», apunta Villarino, quien asegura que es más fácil encontrar helado frito en Belgrado que en China.
Negocios que no quisimos

Trabajos sacrificados, que requieren poca inversión, pero rentables si se invierten en ellos muchas horas a precios más bajos. Las pequeñas tiendas de «todo a cien» no eran atractivas para una generación de españoles en plena burbuja económica. «Nadie se metía en una tienda de alimentación, donde para que salieran las cuentas había que trabajar 365 días al año»: lo que no queríamos hacer nosotros vinieron a hacerlo ellos.

«No es confucianismo, no es algo cultural. Son gente que viene del campo, con una economía de subsistencia, para ellos trabajar de sol a sol es lo lógico, su ruta». Ser al mismo tiempo gran potencia y emisor de emigrantes económicos es posible en China por su demografía. En el país más poblado del mundo, «el número de habitantes de España es el margen de error del cálculo del de China», apunta Villarino. «La renta per cápita de un chino es cuatro veces más pequeña que la española, pero son tantos que a poco que los organices un poco tendrán la economía más potente del mundo», explica. Controlados por un gobierno que pone al país por encima del individuo, que ha renunciado a un estado de bienestar a cambio de ser una gran potencia, el umbral de tolerancia con respecto a qué es o no explotación es diferente al nuestro. No tanto al de nuestros abuelos. «Los chinos se escandalizan con lo que ocurre en Bangladesh, están en otra fase de desarrollo».
El famoso menú de los mil platos contiene alimentos que ellos no comerían
«Son mucho más estoicos, acuden al médico cuando tienen ya cuadros clínicos duros. Van menos de ocio, tienen menos tiempo. Ven una oportunidad de negocio en nuestro ocio», explica el periodista. Es en China donde se arreglan y gastan. «El resto del mundo es una oportunidad de hacer dinero que han sabido aprovechar», relata Villarino en «¿Adónde van los chinos cuando mueren?».

Su mayor negocio es la importación. Tienen acceso a los mayoristas, porque son miembros de su comunidad e incluso los hay que son dueños de toda la cadena. Pero aquí también hay otro mito: no existe ningún convenio especial entre España y China que les permita no pagar impuestos. La mayoría de los negocios son empresas españolas, registradas como tales, que llevan empresarios chinos. «Casi siempre se trata de traspasos y no de aperturas, incluso a veces ni siquiera hacen el traspaso y ceden la tienda a otro compatriota sin más. Pero en cualquier caso, si estuvieran aprovechando la legislación vigente para pagar menos impuestos, no estarían haciendo nada malo», explica Villarino. «Han estado menos al día con Hacienda que el resto», asegura, aunque en opinión del periodista, más por desconocimiento que por ánimo de defraudar.
Un emperador chino en España

«Menos cinematográfico, y más importante». Así define el periodista la Operación Emperador, el mayor golpe al corazón de la mafia china. Él no tiene claro si llamar o no mafia al entramado liderado por Gao Ping, puesto que no hay violencia extrema ni ajustes de cuenta al estilo Toni Soprano. «Son empresarios que están metiendo mercancía en España tasada por debajo de su precio real, sacando dinero en negro y llevándolo a China, prestando parte de ese dinero a empresarios chinos para que abran tiendas… Montar un imperio basado en la impunidad con la que han estado actuando durante años me parece gravísimo», expresa Villarino, quien incluye en su libro entrevistas con el agente de aduanas de Ping, el jefe de policía imputado en la trama o el concejal socialista de Fuenlabrada, José Borrás.
«Gao Ping no era un mecenas del arte para desviar la atención»
«Cobo Calleja daba tal cantidad de dinero a Fuenlabrada que el concejal estaba encantado con ellos» asegura Villarino. «Lo que más me escandaliza es que la mercancía se haya estado metiendo durante diez años tasada por debajo del precio real con total impunidad», añade.

Por corrupción o por negligencia, España es un paraíso para defraudar y evadir impuestos. Y los chinos lo saben. «España e Italia son los dos países con mayor economía sumergida, el doble de la media europea», explica Villarino. A los chinos les ha sido más fácil llegar como inmigrantes ilegales y les ha sido más fácil abrir negocios sin licencia de apertura. «Sí es cierto que el que tiene todo en regla no tiene culpa de esto. Pero sí hay responsabilidades dentro de la propia comunidad, puesto que está muy interrelacionada, cerrada y articulada».

Pero el periodista apunta sobre todo a una «responsabilidad tremenda de las instituciones españolas». «Gao Ping no era un mecenas del arte para desviar la atención. Al contrario, su actitud ostentosa y exhibicionista llamaba aún mas la atención. La mantenía por pura sensación de impunidad total. Esto era un cachondeo y podían hacer lo que quisieran», se lamenta.

Cuando la trama «Emperador» arrojó a la comunidad china a la primera plana de los medios, Villarino llevaba dos años de investigación y más de 300 entrevistas. Fue entonces cuando pensó que «¿A dónde van los chinos cuando mueren?» era aún más necesario. «No soy un gran defensor de la cultura china —asegura—, pero el objetivo de este libro es explicarla». Despojarnos de cuentos chinos.
«¿Adónde van los chinos cuando mueren?»
ángel villarino
Se trata de un trabajo de investigación iniciado mucho antes de que el caso Emperador saliera a la luz y que va mucho más allá: un estudio global sobre la realidad de la vida y negocios de la comunidad china en España, la comunidad inmigrante más próspera de nuestro país. Ángel Villarino (1980) es corresponsal en Asia del grupo mexicano Reforma. Su blog «Historias de Asia» es un referente en lo relativo a la información del continente asiático.
Editorial: Debate
Precio: 18,90 euros
304 páginas

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