Historia de dignidad
El Correo, 10-12-2012El 64 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se celebra hoy, cuando los países desarrollados han entrado en su sexto año consecutivo de crisis global. Los principios y criterios que durante más de seis décadas han realzado la dignidad del ser humano, comenzando por las zonas libres y en progreso del planeta y extendiéndose como fuente de denuncia y cambio hacia las regiones del mundo menos favorecidas y alejadas de la democracia, experimentan en estos años de recesión un retroceso preocupante. La propia Declaración Universal inspira una expansión de derechos, sugiriendo que el progreso de la humanidad requiere partir de conquistas básicas en el terreno de las libertades para acceder al bienestar social y procurar finalmente la convivencia con la diversidad cultural y medioambiental del planeta. La crisis no solo ha frenado en seco la extensión y la profundización en esas tres ‘generaciones’ de derechos, sino que en algunos aspectos ha supuesto una vuelta atrás. Cada día son menos los lugares del mundo en los que se violentan los derechos más básicos, pero la parsimonia con la que los países democráticos contemplan las atrocidades que se cometen en Siria, o asisten al afianzamiento del autoritarismo en Rusia y a la falta de libertades en China por razones estratégicas y por conveniencias comerciales menoscaba los principios de la Declaración. En el seno de la UE la crisis está generando corrientes xenófobas hacia inmigrantes y minorías, expresiones partidarias de un populismo extremista o – en otro plano – recortes en los fondos de cooperación que constriñen la universalidad de los derechos humanos. Si ya las políticas de crecimiento han coartado tradicionalmente la concepción de lo ecológico como parte de los derechos humanos, la primacía de la austeridad ha dejado de lado las obligaciones gubernamentales respecto a la sostenibilidad del Planeta. La conmemoración del 64 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos invita a recordar el histórico avance que aquel acontecimiento supuso; pero obliga también a señalar los retrocesos experimentados desde el mismo momento en que los valores de la dignidad humana quedaron en segundo plano a causa de la crisis financiera.
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