«Estaban enamorados pero el padre no lo aceptó y actuó como un asesino»

Las Provincias, J. A. MARRAHÍ | | REQUENA, 08-12-2012

La rabia que siente la familia de Vasile Pohaidac es equivalente a su dolor. «Sólo merece ser llamado asesino. No tenía motivo. Lo mató a traición, por un odio cruel y cobarde». Así lo sienten Iliana y Amalia, la madre y la hermana del inmigrante rumano que el miércoles por la noche fue asesinado en Requena de un disparo de escopeta en el pecho. El autor del homicidio, ya detenido, es un hombre de 63 años, padre de Mónica, una vecina con la que Vasile acababa de empezar una relación sentimental.

«Estaban muy enamorados. Vasile estaba feliz y ella también. Era una relación normal y consentida, pero el padre de ella no lo aceptó y actuó como un asesino, como un racista», resumen Iliana y Amalia, que esperan que la justicia «caiga sobre él con toda la fuerza». «A él podrán visitarlo en la cárcel, pero de Vasile ¿qué nos queda?, ¿un trozo de mármol para ver su nombre?», se lamentan madre e hija.

Vasile estaba casado, era padre de una niña de 8 años y llevaba casi una década en Requena, donde trabajaba en tareas agrícolas. Hace dos años rompió con su esposa y actualmente residía en una casa de campo de El Azagador, donde era muy querido por su excelente disposición al trabajo, amabilidad, buen humor y respeto a los demás.

Esta pequeña aldea fue el escenario del crimen, ocurrido sobre las 23 horas del miércoles en una casa típica de pueblo. Allí era donde Vasile solía recibir las visitas de Mónica, de 31 años, a la que ya llamaba «su novia», como confirmó su vecina Yolanda.

Según las primeras investigaciones de la Guardia Civil, el homicida, de nombre Emilio, se presentó en la casa armado con una escopeta. Cuando la víctima abrió, le disparó en el pecho, al parecer sin mediar discusión. Yolanda, la vecina de al lado, recuerda que escuchó «un golpe seco», pero pensó que se traba de «un ruido de la chimenea y no un disparo». Ya en la mañana del jueves, un compañero de Vasile encontró el cadáver y la Guardia Civil sólo necesitó unas horas de investigación para atar cabos y detener al padre de Mónica.

La familia de Vasile sabía que el hombre no admitía la relación. Hace tres semanas, el sospechoso se presentó a las seis de la madrugada en la vivienda y le dijo: «Deja en paz a mi hija». Ese mismo día, Vasile, conciliador, invitó a cenar a Emilio y a Mónica a su casa y «las cosas se calmaron», según relata Amalia.

«Si ella quisiera cortar y me lo dijera yo lo aceptaría, pero no me lo tiene que decir su padre», dijo Vasile a su familia. Francisc, el cuñado de Vasile, llegó a recomendarle, en tono de broma, «darle al hombre una patada en el culo por despertarle a las seis de la mañana». Ahora recuerda con amargura la respuesta de Vasile: «Sí, hombre… ¿quieres que venga a matarme con una de sus tres escopetas?».

Desde entonces, no hubo más amenazas ni advertencias conocidas por la familia de la víctima. «No sabemos si Mónica o los suyos sospechaban que se avecinaba algo tan terrible como lo que ha ocurrido. Si es así, hubiéramos agradecido que alguien advirtiera a Vasile».

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