Bertako gaia
Dar voz a un abanico de culturas
Zarautz homenajeará mañana, en el euskararen eguna, a las lenguas minoritarias que se hablan en la localidad costera
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 02-12-2012“mBA’eichapa pende ka’aru che rera ha’e Maria, aguereko mokõipapo ary ha añe’eta peeme guaraní ñe’ere (Buenas tardes, me llamo María, tengo 25 años y les hablaré del guaraní)”. Así se presentará la paraguaya María del Rosario Ríos mañana en su lengua materna. María será una de las protagonistas del Euskararen Eguna de Zarautz. Con motivo de esta celebración, el departamento de Cultura y el Servicio de Inmigración han querido rendir un homenaje a las lenguas minoritarias que se hablan en la localidad y un acto reunirá a ocho vecinos de diversos países que presentarán sus idiomas. La cita tendrá lugar a las 19.00 horas, en la sala Modelo.
En Zarautz se hablan unas 40 lenguas y algunas de ellas, al igual que el euskera, son minoritarias. El objetivo de la iniciativa de mañana es dar a conocer esas lenguas y también agradecer el esfuerzo que están realizando algunos inmigrantes para aprender euskera. El acto contará con dos partes. En la primera, los que acudan a Modelo tendrán la ocasión de conocer los siguientes ocho idiomas: aymara, beréber, guaraní, catalán, gallego, punjabi, kaqchikel y mandinga. Los vecinos participantes darán a conocer la situación en la que se encuentra su idioma y un intérprete traducirá todo al euskera y sus presentaciones irán acompañadas de imágenes y melodías. En la segunda parte, el euskaltegi municipal de Zarautz y AEK homenajearán a los alumnos que están aprendiendo euskera en los programas especiales para inmigrantes Aisa, Auzoko o Mintzalaguna.
Con motivo de este acto, NOTICIAS DE GIPUZKOA se ha reunido con tres de sus protagonistas: Libni Otzoy, de Guatemala, que hablará del kaqchikel; Margarita Quispe, de Bolivia, que explicará los orígenes del aymara; y María del Rosario Ríos, de Paraguay, que hablará en guaraní. A las vecinas les acompañarán Qasim Hussain, de Pakistán, que habla punjabi; el senegalés Nfaly Diaby que está aprendiendo euskera y que se expresará en mandinga; Khaddouj Ajahiou que se centrará en el amazig, la lengua beréber del norte de África; el catalán Axel Pastor; y el gallego Enrique Afonso.
“Kaixo!”. Saluda esta periodista en el encuentro. “Maitei!” (María), “Laphi!” (Margarita) y “Rickä!” (Libni). Responde cada una en el idioma que presentará mañana. Las tres vecinas se muestran conscientes de la importancia de “cuidar y proteger” este patrimonio, en especial en el caso de las lenguas minoritarias, las cuales muchas veces, corren peligro de extinción. Precisamente, dar a conocer y adentrarse en ellas enriquece la cultura, el saber y ayuda a que se mantengan vivas. María, Margarita y Libni esperan que el acto de mañana favorezca en ese sentido. Y es que en el último siglo, las acciones tendientes a fortalecer la cultura hispana y dominante, han actuado en perjuicio de las culturas autóctonas de sus países.
la suerte de saber hablarlo
La ignorancia, un gran rival
“Tengo la suerte de hablar desde pequeña el guaraní. En 1992 la Constitución de Paraguay lo declaró lengua oficial y se imparte en las escuelas. Lo hablan unos seis millones de habitantes y para unos cinco millones es su lengua materna”, explica María, que llegó a Zarautz hace siete años y tiene la oportunidad de seguir practicando su idioma con otros paraguayos de la localidad. “En la dictadura de Franco estaba prohibido y hay gente en partes de la capital que no lo habla por eso”, detalla. “La ignorancia hace mucho daño”, añade. María se muestra un poco nerviosa con el acto de mañana, pero “con mucha ilusión”. “¡Igual salgo corriendo en el último momento!”, asegura entre risas. Margarita también está con ganas para la cita. A pesar de no hablarlo, presentará el aymara, leyendo un poema que destaca la importancia de no dejar morir un idioma.
El aymara es la segunda lengua indígena hablada en América del Sur y engloba cerca de dos millones de personas, principalmente repartidas sobre el territorio boliviano (75%), pero igualmente en Perú (20%) y Chile (5%). Es anterior al quechua, lengua que sí habla Margarita. A pesar de no poder expresarse en aymara, quiere hacerle un guiño, porque le recuerda a su abuela y a su madre: “Es una auténtica pena el daño que se ha hecho. En la capital sobre todo, la gente adinerada no quiere pertenecer a la cultura indígena y eso hace que se pierda”, indica Margarita.
“Ahora se trabaja para recuperarlo y se imparten clases en las escuelas, pero cuando yo estudiaba estaba prohibido”, recuerda. “Mis hijos viven en Bolivia y mi madre les llama la atención en aymara y la abuela paterna, en quechua”, sonríe.
el orgullo de ser ‘chapina’
Kaqchikel y euskera, parecidos
Libni es de Guatemala y está muy orgullosa de ser chapina (indígena). Sus padres son de doce etnias diferentes descendientes de los mayas. “Mi padre habla kaqchikel y lo entiendo perfectamente, pero no puedo hablarlo y me gustaría aprender. Desde hace cuatro años tienes que estudiarlo por ley, pero antes no. La mayoría de los guatemaltecos, 132.000 personas, lo hablan”, indica. “A mi padre lo secuestraron los militares cuando tenía 19 años y tuvo que ir a la mili y allí aprendió castellano. Un indígena tenía prohibido hablar el kaqchikel. Los acomplejaron y eran discriminados”, recuerda. “Pero si no hablas tu lengua, ¿de qué sirve decir soy de Guatemala?”, se pregunta. “Mis hijos lo están estudiando allí y también aprenden a escribir los números en maya. ¡El 50 es como una alubia!”, dibuja emocionada.
Libni estuvo cuidando a un niño euskaldun y sabe algunas palabras en euskera y también varias canciones. Asegura que el idioma vasco tiene palabras “muy parecidas” al kaqchikel, por las abundantes k, tx y tz. Le encanta leer y se ha “empapado” de la cultura de los mayas, “repleta de misterios”. Y es que tenía sus razones. Su abuelo fue uno de los principales sacerdotes mayas de su pueblo. “Me contaba historias en kaqchikel que le entendía. Aún le veo desgranando maíz o sentado junto al fuego… Hablaba sobre los sacrificios, la lluvia, la sequía o de cómo conquistaba un príncipe a una princesa maya…”, relata. “Muchas jóvenes de los pueblos indígenas tienen una inteligencia y cultura enorme y son licenciadas. ¡Le suelo decir a mi padre que por crecer en la ciudad salí medio burra!”, indica entre risas. “Suele pasar…”, afirma María.
Tras escuchar sus palabras, llega la pregunta obligada. “¿Llega o no el fin del mundo?”. “El calendario maya no dice que termina el mundo. Es un cambio de ciclo. Pasamos del ciclo solar y al lunar, de capricornio a acuario. Me lo contaba mi abuelo y me decía que lo viviría todo. ¡Me imaginaba que en 2012 habría coches voladores!”, relata con su sonrisa permanente. “Vienen muchos cambios sobre la tierra. Sequías, lluvias… hace quince días hubo un terremoto muy fuerte en Guatemala”, recuerda. Ante todo, quieren que la gente mañana e lleve un buen recuerdo. “¡Espero que vean que los mayas no son tan peligrosos!”, indica Libni. “¡Pues toda la pinta tienen!”, responde María vacilando entre risas. “Por lo menos seguro que no faltará el humor”, concluye Margarita. Y esta periodista lo puede garantizar. Tras la entrevista, no queda otra que animar a todos los vecinos a acudir al acto y como no podía ser de otra manera, cada una en su idioma: Rohenói pejuhagua! (llamamos a que vengan en guaraní), Könjël! (¡Animaros! en kaqchikel), Jamuy caiman! (¡Venir aquí! en quechua). Ez hutsik egin! (¡No faltéis!).
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