Africanos: enviad radiadores a Noruega

Una oenegé invita a superar la visión estereotipada de los países del Sur: ni en África todo es pobreza ni en Noruega se mueren de frío

La Vanguardia, GLORIA MORENOCopenhague. Servicio especial, 28-11-2012

Qué pasaría si las únicas imágenes que nos llegaran de Noruega fueran de temporales polares, gente muerta de frío y carreteras bloqueadas por la nieve? Esta es la pregunta que la oenegé noruega SAIH plantea en su original campaña Radi-Aid, en la que un grupo de jóvenes africanos organiza una colecta ficticia de radiadores para calentar los gélidos hogares de los ciudadanos noruegos.
“En Noruega los niños se están helando, ha llegado el momento de ayudarles, hay suficiente calor para Noruega si los africanos lo compartimos”, cantan varios estudiantes sudafricanos al tiempo que una sucesión de imágenes muestra cómo los escandinavos resbalan por las calles heladas e intentan resguardarse del frío. Pero mientras en el caso de Noruega, uno de los países más ricos del mundo, la simplificación salta a la vista, lo cierto es que en el caso de África ésta suele ser la regla. Del mismo modo que en Noruego no todo es frío, en África no todo es miseria. Es así como, a modo de parodia, un vídeo da un toque de atención contra la visión estereotipada que muchas campañas solidarias ofrecen de África, donde parece que sólo hay hambre, sida y corrupción.
En apenas dos semanas, el vídeo ya ha obtenido una gran popularidad en las redes sociales y ha sido visualizado más de 1,3 millones de veces en YouTube,
“No nos esperábamos un impacto tan grande, pero el hecho de que lo esté teniendo demuestra precisamente que cada vez hay más gente que se da cuenta de este problema”, explica Erik Schreiner Evans, presidente de SAIH. Según relata, su organización llevaba años pensando en la necesidad de cambiar la imagen “simplista y negativa” que Occidente tiene de África. “Por supuesto que hay problemas en este continente, pero lo que no puede ser es que sólo se hable de eso y se obvie el desarrollo positivo que muchos países africanos están logrando”. Tal reduccionismo “provoca frustración y ofende a muchos africanos, igual que ofendería a muchos noruegos el que nuestro país fuera únicamente conocido por el frío”.
El objetivo, sin embargo, no es dejar de hablar de las dificultades que atraviesan muchos países africanos, sino “conseguir que a la gente le llegue un mensaje más completo de lo que ocurre”. “En lugar de hablar tanto de las consecuencias de la pobreza, habría que poner más énfasis en las causas y en cómo los países occidentales tienen un impacto negativo en los países en desarrollo”. Para Evans, las aportaciones caritativas “no van a cambiar que los recursos sigan yéndose de África”. La idea, no obstante, no es desincentivar la ayuda al desarrollo sino mejorar la información que los ciudadanos tienen sobre la situación en este continente para que su contribución sea más inteligente e implique, por ejemplo, cambios en sus hábitos de consumo.
“Tenemos que entender que somos parte del problema, en lugar de ver la relación entre los países desarrollados y los no desarrollados como una división entre nosotros, los que hemos triunfado y somos generosos, y ellos, los pasivos e incapaces que necesitan de nuestra ayuda para prosperar. En otras palabras, es bueno que la gente dé, pero es peligroso que piense que eso es todo lo que se puede hacer”.

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