SE HA ESCRITO UN CRIMEN | HERRAIZ & ALSEDO José Rufino y Margarita / Ex pareja / Desde la separación han estado a tiros PISTAS / Una esquina maldita / Broncas entre policías municipales y nacionales / Un Audi Q7 / Balas del calibre 38 / Escopetas recortadas / Denuncias inservibles / Y reunión de ancianos

Cuando la ley gitana trajo la paz a Pan Bendito

El Mundo, EM2 Madrid, 18-11-2012

Un día, José Rufino y Margarita
dejaron de quererse. Y empezó el
odio. Y por culpa de ese odio dos
familias gitanas casi acaban teniendo
a la mitad de sus miembros
muertos. En esta historia, la impotencia
policial para arreglar un
asunto matrimonial ha sido desplazada
por la ley gitana, que ha
impuesto la paz.
No se sabe cuándo rompieron
su relación estos dos gitanos de
apenas 30 años, pero lo que sí se
conoce es que en mayo del año pasado
ya hubo un tiroteo en Pan
Bendito, donde vivía la familia de
ella, y no hubo muertos de milagro,
pero quedó un herido de bala.
La historia se repitió unos meses
después. El 27 de septiembre de
2011, otro tiroteo dejó cuatro balazos
en Golf que estaba aparcado
en las calles de Pan Bendito. Tampoco
esta vez hubo muertes, y quizá
por eso el rencor no amainó.
Llegó después la Nochebuena, y
en plena calle, en el cruce de la
avenida de Abrantes con Besolla,
un Audi Q7 abordó a Nicanor, hermano
de Margarita.
Desde el coche, a Nicanor le dispararon
siete veces, pero él se escondió
en unos setos y pudo salvar
el pellejo. Poco después llamó por
teléfono a su hermana, y le contó
cómo había visto a José Rufino en
el Audi, acompañado de su hermano
y otra persona.
Este tiroteo acabó creando un
conflicto entre la Policía Municipal
y la Nacional. Los nacionales
se asomaron por la calle y dijeron
que no habían visto nada, mientras
que los municipales localizaron
el Audi de José Rufino y se
lanzaron a una persecución por
medio Usera que acabó llegando
a la M-40 y después a la carretera
de Valencia, donde por fin lo perdieron.
Mientras, otro patrulla de
la Policía Municipal encontró seis
casquillos del calibre 38 tirados
en Pan Bendito, en el mismo lugar
donde se había denunciado el
tiroteo. En la comisaría de Carabanchel
hubo una gran bronca
entre los dos cuerpos, porque
unos no querían siquiera hacer
un informe y los otros exigían que
acudiera allí la Policía Científica a
investigar. Además, Margarita y
otras mujeres de su familia se enfadaron
con los nacionales porque
apenas les hicieron caso para
poner una denuncia.
El conflicto de los jóvenes gitanos
se había extendido por más de
un año sin solución. En mayo de
2012, aniversario del primer tiroteo
conocido, la vivienda en la que
viven los padres de Margarita fue
tiroteada. Esa casa está precisamente
en la confluencia de Abrantes
con Besolla, donde los tiros de
Nochebuena.
Cuando acudió la Policía a la casa,
los dueños reconocieron a José
Rufino como el tirador, pero ya
avisaron de que no pensaban denunciar
el asunto, que mejor lo
arreglarían por medio de la ley gitana.
Y se ve que el arreglo no llegó
del todo, porque en octubre de
este año, hace tan sólo un mes, hubo
otro tiroteo en la misma esquina
de Pan Bendito.
Este último fue a plena luz del
día, por la tarde, y la gente huyó
aterrorizada a la boca del Metro
que está ahí mismo. Los testigos
decían que los dos clanes se habían
enfrentado con escopetas recortadas.
Y en esta ocasión tampoco
hubo muertos ni el bando de
Margarita ni en el de José Rufino.
La familia de José Rufino, además,
bastante tuvo ya, porque hace
años que sufrieron uno de los
crímenes más crueles que ha vivido
esta ciudad. A Amalio, su hermano,
lo asesinaron a puñaladas
junto a su mujer y a su bebé de
seis meses. El triple crimen de la
calle Villaamil todavía resuena en
el asfalto, porque de la casa donde
ocurrió ya no queda nada, ya que
la familia la derribó.
Y por todo esto, quizá viendo
que el sentido común es lo único
que iba a servir, se reunieron hace
unas semanas los gitanos viejos
del barrio, y pusieron orden en las
dos familias. Porque la Policía lo
único que había hecho era montar
controles y más controles en Pan
Bendito, identificando a todos los
gitanos que veía.
Así, los patriarcas tomaron una
decisión, y ¡ay! del que no la acate.
José Rufino ya no es bienvenido
en Pan Bendito, ni siquiera en Madrid,
porque si no va a haber muchos
muertos en las dos familias, y
las venganzas serían eternas, incesantes,
heredadas de padres a hijos.
Dicen que José Rufino vive ahora en Sevilla apartado de todo.

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