«Para soldar lazos y derribar prejuicios»
Las más de 500 personas que participaron en 'Bizilagunak' se reunieron ayer en el Kursaal. SOS Racismo homenajeó a las 120 familias con un acto donde se les entregó un diploma de agradecimiento
Diario Vasco,
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26-11-2012
Besos y muchos abrazos. Así fue el reencuentro de las 120 familias que se reunieron ayer en el Kursaal donostiarra para celebrar la tercera edición de ‘Gipuzkoa Solidarioa’, iniciativa con la que SOS Racismo reconoce la labor de quienes han destacado en la integración de los inmigrantes en nuestra sociedad.
En el caso de ayer, el encuentro tenía un propósito claro: rememorar la experiencia, calificada de «magnífica», que supuso la actividad ‘Bizilagunak’, un proyecto que, el pasado domingo, día 18, reunió a más de 500 personas en comidas compartidas por 120 familias autóctonas e inmigrantes en las que la integración social fue el ingrediente más destacado.
Las familias que se agolpaban en las inmediaciones del auditorio buscaban a aquellos con los que habían compartido mesa y proyecto una semana antes. Había quienes iban directamente al punto de encuentro en el que habían quedado: «Estoy esperando a ver si llega la familia con la que comí el domingo pasado. Una familia nicaragüense y argentina», decía Tere, una zumaiarra sonriente y convencida de la importancia de interrelacionar diferentes culturas, porque «vivimos en una sociedad cada vez más mestiza y qué mejor que los inmigrantes se sientan cómodos».
Los había también que, nerviosos, chapurreaban en castellano lo felices que se sentían por haber podido compartir mesa con el cura de Astigarraga, Mikel. Eran Eugenia, Marcel y Roxana, una familia procedente del asentamiento de población rumana gitana de la localidad. «Quisimos participar en esta actividad para ver cómo viven los vascos, para poder entrar en su comunidad», aseguraba Eugenia. Y se mostraba entusiasmada por hacer de anfitriona en la siguiende cita: «Hemos seguido manteniendo el contacto durante toda la semana y el domingo que viene seremos nosotros los que invitemos a Mikel a nuestra casa».
«Un acto necesario»
Es el caso de una familia de senegalesa compuesta por Aissatou, Abib, Laye e Ibrahima, tras llevar más de ocho años viviendo en Gipuzkoa – concretamente en Irun – se animaron por primera vez a ser partícipes de un acto «necesario para que nos podamos relacionar». «Durante la comida del pasado domingo no paramos de hablar. La familia de Irun con la que compartimos mesa nos mostró un País Vasco que desconocíamos, y nos hicieron ver que los blancos y los negros podemos vivir en una misma comunidad», recordaban.
Una familia de Alkiza – Mikel, Jose, Ixiar y Aitor – esperaba el momento de reencontrarse con la familia ecuatoriana con la que compartió mantel. «Nos pareció una idea diferente, y creemos que las instituciones deberían flexibilizar más las estructuras sociales. Que el ecuatoriano o cualquier inmigrante tenga las mismas oportunidades que nosotros si decide venir a vivir a Gipuzkoa», proponía Ixiar.
Un Kursaal abarrotado
Tras los reencuentros, los saludos y las primeras charlas, que se prolongarían una vez finalizado el acto, todos las familias participantes en la iniciativa fueron recogiendo en el hall del auditorio un diploma que reconocía y agradecía su implicación en el proyecto,
Diploma en mano, ocuparon sus localidades en la sala y quedaron en manos de los anfitriones de la tarde, los actores Santi Ugalde y Maribel Salas, que condujeron el acto con el humor que les caracteriza, dando vida a Mari Tere y Goyo, una familia autóctona que simulaba la actividad de ‘Bizilagunak’.
En el tramo más serio del acto, Agustín Unzurrunzaga, de SOS Racismo, se dirigió a los asistentes con un discurso muy emotivo y aplaudido. «Una de las motivaciones más aludidas por las personas que habéis tomado parte en las comidas es la de romper con los estereotipos y los prejuicios, ya que éstos con el primer escalón de la xenofobia y el racismo», destacó.
En el curso del acto se sucedieron las intervenciones sobre el escenario pero, por una vez en un recinto de esas características, los protagonistas estaban en las butacas: eran las más de 500 personas que han demostrado que para compartir sociedad se puede empezar por compartir mesa, mantel, menú y la gran foto que se compuso con representantes de las 120 familias.
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