10 REFERENTES MUNDIALES

El Mundo, El Mundo;David Gimenez, 21-10-2012

Ya no hay justificación para ignorar a China. El Nobel de Mo Yan y el Pritzker de arquitectura de Wang Shu son las últimas muestras (las dos, este año) de que su cultura, que alguna vez nos pareció insondable, misteriosa y estática, ya es parte de nuestras vidas. EL MUNDO ha elegido a 10 artistas que, con sus contradicciones y su talento, representan la complejidad y el atractivo irresistible de su país.

«Hay mil caminos distintos que emprender en la vida; nunca tomes el que conduce a la literatura». Este fue el consejo que recibió Mo Yan de su hermano Guan Moxian, que había visto de primera mano el sufrimiento infligido a los intelectuales durante los años de hierro del maoísmo. Nacido en 1955 de una madre analfabeta y un padre con la escolarización más básica, Mo Yan abandonó la escuela a los 12 años para dedicarse al trabajo manual durante la Revolución Cultural. Ya como adulto entró en el Ejército de Liberación y comenzó su carrera literaria. Hoy es el autor más celebrado y uno de los más influyentes de la China posmaoísta, con más de una decena de novelas y multitud de relatos cortos y ensayos publicados. Mo Yan (a quien se compara con Lu Xun, el gran clásico chino del siglo XX) ha entrelazado la tradición literaria local con la influencia de autores extranjeros como Faulkner y García Márquez. En ese proceso ha desarrollado un estilo propio lo que algunos llaman el «realismo alucinado» para narrar con crudeza y mordacidad los grandes dramas de la China contemporánea, en especial aquellos que atañen a la vida rural, la que mejor conoce por sus orígenes campesinos en Shandong.

El propio Han Han no sabe si es un escritor que conduce coches de carreras o un piloto que escribe. Entre carrera y carrera, este pekinés de 30 años ha logrado el título de escritor más leído del mundo. Su blog ha sido visitado por cerca de 600 millones de personas desde 2006, convirtiéndole en una celebridad internacional. Su principal mérito ha sido permanecer digitalmente vivo en un país donde más de 30.000 censores se encargan de borrar cualquier contenido que el Partido Comunista considera inapropiado. Han Han ha utilizado la mordacidad y a veces guiños al régimen para mantenerse en el límite de lo aceptable. Tras haber escrito cinco novelas y miles de textos, su trabajo cruza ahora las fronteras traducido al inglés. El largo título de Esta Generación. Despachos de la estrella más popular de la literatura (y piloto de carreras) reúne una selección de algunos de los posts que han dado al bloguero millones de seguidores.

China y la arquitectura: series interminables de torres residenciales construidas a toda prisa para alojar a millones de antiguos agricultores desplazados a las ciudades. Gigantismo. Zonas de lujo aisladas. Desastres medioambientales. Destrucción de las construcciones históricas… Y en medio del caos, Wang Shu, el ganador del Premuio Pritzker de 2012, el segundo más joven del palmarés tras el japonés Ryue Nishizawa. Wang significa para China todo lo contrario de lo que le rodea: un sentido de la historia, atención a los materiales de construcción autóctonos, una manera de hacer las cosas lenta y reflexiva, volúmenes macizos y herméticos… Por eso, Wang llamó a su estudio Amateur Architecture Studio como gesto de desdén hacia sus colegas con éxito. Eso ocurrió en 1997. En 2000 ya contaba con proyectos significativos como la Biblioteca de la Universidad de Wenzheng. En 2008 terminó el Museo Ningbo, su gran obra, descubierta en Occidente sólo a partir del Pritzker. De momento, Wang no ha aceptado encargos fuera de su país.
A Zhang Yimou empezar a dirigir le costó sangre. Literalmente. En una entrevista rutinaria con el director, la única pregunta que se escapa a un monótono y calculado guión es la que hace referencia al modo cómo consiguió su primera cámara. Entonces, él y el traductor, los dos a la vez, despiertan del letargo para contar la historia de un chaval que mes a mes vendía su sangre para conseguir su sueño: ser fotógrafo. Y acabada la respuesta, el resto es cautela, equilibrio. No en balde, el hombre que debutara en la dirección con la sangrienta y voraz Sorgo rojo ha conseguido convertir su carrera en un magistral ejercicio de equilibrismo. Yimou es a la vez el cineasta del régimen (suya fue la coreografía de los Juegos Olímpicos) y el más fiero de sus críticos (hasta tres de sus películas han sido prohibidas en su país); capaz, sin sombra de ruptura, del clasicismo oriental más refinado (Jo Dou o La linterna roja) y de la modernidad más esquinada (Qiu Ju, una mujer china, Keep cool o El camino a casa). A la vez ruidosamente épico (Vivir, Hero o Flores de guerra) y profundamente íntimo (Ni uno menos). Tan cerca de Oriente, tan comprensible para Occidente. Tan universal como la sangre que lo hizo cineasta.

Los directores Michael Mann (Miami vice) y Rob Marshall (Memorias de una geisha), la llamaron la Meryl Streep china. Y, acto seguido, se quedaron calvos. Pese a ellos mismos, algo de razón tienen. Aunque sólo sea por instinto. Desde Sorgo rojo, sus más intensos y veraces personajes se cuentan por mujeres atrapadas en unos cuerpos castigados por asuntos tales como el abuso de los suyos, la tradición ciega y la violencia del pueblo. Y, siempre, de su mirada limpia y su cuerpo contundente emerge el instinto trágico de una mujer imposibilitada para la resignación, para el destino de víctima. Así es en Ju Dou, La linterna roja, Adiós a mi concubina y, sobre todo, en la brutal e irrespirable Qiu Ju, una mujer china. Siempre de la mano de su valedor y amante hasta 1995 Zhang Yimou. Quién sabe si, en su irrenunciable y contumaz presencia, se encierre la metáfora más cercana a la propia China. Entera.

Con 30 años recién cumplidos, Lang Lang se ha convertido ya en la mayor superestrella de la música clásica. Un genio de la interpretación cuyo virtuosismo, vehemencia y carisma han hecho que su fama rivalice con la de las popstars. Además de ejercer de puente entre la cultura china y la occidental, actuando para Barack Obama en la Casa Blanca, Lang Lang se ha convertido en un símbolo de la nueva China. Su ejemplo ha desatado lo que se conoce como efecto Lang Lang: más de 40 millones de niños chinos estudian actualmente piano, con el sueño de ser igual que su ídolo. Nacido en Shenyang, capital de Manchuria, Lang Lang comenzó a tocar el piano a los tres años, a pesar de que en su casa lo que se escuchaba era la música tradicional china, ya que su padre era un intérprete de erhu, un instrumento típico oriental. Aunque tuvo que enfrentarse a profesores que lo desecharon por su «falta de talento», Lang Lang se aplicó en cuerpo y alma hasta debutar con 14 años al frente de la Orquesta Sinfónica de China y ganar varios concursos internacionales. Su último disco, que sale a la venta este martes, está dedicado a Chopin, uno de sus compositores de cabecera.

Pintor, fotógrafo, cineasta, arquitecto… Durante décadas, Ai Weiwei ha tocado todas las formas del arte contemporáneo, con una decidida inclinación hacia la ruptura, la provocación y el escándalo. Pero ha sido su faceta como activista insobornable ante las presiones del régimen comunista la que le ha granjeado su fama internacional, sin par entre sus compatriotas. Su padre, el poeta Ai Qing, cayó en desgracia en la campaña antiderechista de finales de los 50 y acabó desterrado en los confines occidentales del país, limpiando urinarios y soportando las humillaciones de los guardias rojos. Ai Weiwei, que nació en 1957, partió a principios de la década de los 80 a Estados Unidos, país en el que vivió durante más de una década. En Nueva York intimó con, entre otros, el poeta Allen Ginsberg, mientras trataba con más pena que gloria de vender sus piezas. Desde que regresó a Pekín en 1993 ha utilizado su creciente éxito como artista para denunciar algunas de las arbitrariedades e injusticias de las autoridades. La más audaz de estas acciones le llevó a arrojar luz sobre los miles de niños muertos en el terremoto de Sichuan de 2008. Le ha costado cara. En los últimos años, Ai Weiwei ha sido apaleado, detenido, vigilado, encarcelado y denostado por un régimen que no tolera las críticas.

Información de: David Jiménez, Diego Torres, Jose María Robles, Darío Prieto, Luis Martínez y Luis Alemany.

>Vídeo.David Jiménez analiza en EL MUNDO en Orbyt a los representantes de la nueva China.