Solidaridad frente a la crisis
"Ahora el necesitado es tu vecino, quizá un familiar; ya no es solo el inmigrante"
De necesidades de formación o integración se ha pasado a ayudas básicas como alimentación o higiene
Deia, , 23-10-2012Bilbao. En las últimas décadas, la sociedad del bienestar había ido avanzando hasta garantizar una calidad de vida, aunque sea mínima, a prácticamente toda la sociedad. Pero la crisis ha supuesto un duro varapalo para esos avances sociales: cada vez son más las personas que no tienen cubiertas sus necesidades más básicas, y no solo en colectivos marginales. “Ahora el necesitado ya no es solo el inmigrante o un colectivo determinado; ahora puede ser tu vecino, incluso un familiar. Hemos sufrido una regresión de 30 años”, destaca el secretario provincial de la Cruz Roja, Alberto del Arco.
La crisis ha disparado las peticiones de ayuda, pero también ha modificado la forma en la que asociaciones como la Cruz Roja trabajan con los colectivos más desfavorecidos. “Hemos pasado de buscar la integración, la autonomía y la independencia personal de los más desfavorecidos a desarrollar ayudas de emergencia, como se hacía hace 30 años. Las necesidades han hecho que la gente reclame ayuda instantánea. Está muy bien que me formes, te dicen, pero el lunes, ¿qué como?”, narra De Arco. “Y estamos hablando de ayudas de emergencia, no de un curso de formación. Son productos que se llevan a casa y se consumen, como pañales o leche de continuación. Es como la Cruz Roja de la caridad de hace décadas”.
El colectivo cuyas necesidades más están creciendo es, precisamente, el de los propios vecinos del territorio; por ello se dedicó el Día de la Banderita a recaudar fondos para ayudarles. “Es el colectivo que más está creciendo y para el que más nos hacen falta los fondos. La Cruz Roja tiene fondos para atender a inmigrantes , las ambulancias, los hospitales… Pero nos faltan fondos para las ayudas de emergencia”. Entre ellos, destacan colectivos en situaciones de necesidades extremas como familias con todos sus miembros en paro, niños que viven en hogares pobres, parados de larga duración o personas sin hogar. “Hay mucha gente que ni siquiera sabe pedir ayudas, no conoce los servicios sociales, porque no ha tenido que recurrir a ellos nunca”, apunta De Arco. Un colectivo que cada vez atienden más es el de personas mayores, jubilados, que vuelven a tener a sus hijos – y nietos en muchos casos – a su cargo, impulsados por la necesidad de no poder valerse por sí mismos. Personas que también sufren la denominada pobreza energética, que no encienden la calefacción en invierno porque no disponen de dinero suficiente, y que ya son el 43,2% de la población.
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