Un millón de habitante menos. Es el balance demográfico que aguarda a España al final de la presente década. Y uno de los motivos de esa caída de población es que el flujo de emigrantes superará al de inmigrantes, al menos, hasta 2020. El vaticinio aparece en el informe económico financiero a los presupuestos de la Seguridad Social, un documento del Ministerio de Empleo que estima que en los ocho próximos años entrarán en la península 450.000 personas, un número insuficiente para compensar la sangría de las que se irán.

El Gobierno gastará 50 millones de euros en 2013 para hacer frente a la llegada de irregulares, y la mitad del dinero se destinará a las repatriaciones forzosas. En cualquier caso, el informe del Ministerio de Empleo explica que los extranjeros, si bien constituyen «el componente más volátil e incierto del devenir demográfico futuro», no son la única variable a tener en cuenta. La caída de habitantes también vendrá determinada por el crecimiento vegetativo; es decir, por la diferencia entre nacimientos y defunciones. En 2020, el saldo anual será de casi 20.000 personas menos.

Más mayores

Los expertos, que se basan en los datos del INE, recuerdan que la tendencia negativa arrancó en 2008 y se prolongará probablemente más allá de 2020. Para ese año se han pronosticado 396.000 nacimientos, un 18,1% menos que en 2010. El retroceso tendrá lugar a pesar de que la tasa de fecundidad será «ligeramente favorable».

La menor natalidad coincidirá con un repunte de los fallecimientos. El Ministerio de Empleo espera que el número de muertes aumente un 7,8% durante los próximos años respecto a las registradas entre 2001 y 2010. Con ese escenario, lo que marcará las próximas décadas será el espectacular incremento del colectivo de mayores de 65 años, que ahora suman el 16,87% de la población, pero que en 2049 llegarán a un tercio. El fenómeno se agudizará a partir de 2030.