Un bebé de unos ocho meses se convirtió ayer en la tercera víctima mortal de la inmigración irregular en las aguas de Melilla este año. Viajaba en una patera junto a su madre y otros 12 subsaharianos que habían embarcado con la esperanza de poder llegar a tierra española en busca de un futuro mejor. Pero su ilusión se truncó en mitad del camino cuando, por causas desconocidas, la lancha neumática en la que iban empezó a hacer aguas en plena madrugada, después de la 1.30 horas.

Según informaron fuentes policiales, la Guardia Civil avistó desde Melilla la embarcación a la altura del faro, pero cuando el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas llegó hasta el lugar, se encontró con un panorama desolador. La patera estaba prácticamente hundida y sólo quedaba en la superficie una pequeña cámara de aire, a la que se habían agarrado algunos de los inmigrantes. Otros tantos estaban a punto de ahogarse y de seguir el mismo camino que el bebé, que ya había fallecido cuando los agentes lo pusieron en manos del 061.

Las tres mujeres que iban en la patera también salieron mal paradas del naufragio, sobre todo una de ellas, que puede ser la madre del bebé porque es la única que pregunta por él. Tuvo que ser ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Comarcal de Melilla, adonde llegó con un cuadro de «condensación bilateral basal, hipotermia y compromiso respiratorio», informó horas más tarde la Delegación del Gobierno en la ciudad autónoma. La institución pronosticó que pasaría a planta en breve, porque se encontraba estable.