«Nos dijeron que íbamos a Melilla»

Un desalojado de Tierra dice que la Guardia Civil les contó la misma mentira que las mafias

El Mundo, , 06-09-2012

Narcis. Dice que se llama Narcis, pero probablemente no sea su verdadero nombre. No facilita tampoco sus apellidos. Nos da una edad falsa. Y no concreta por qué salió de su país, Costa de Marfil, pero sí alega que fue por motivos políticos.

Es uno de los desalojados la madrugada del martes por España de Isla de Tierra, uno de los expulsados ilegalmente por Marruecos a las pocas horas a la inhóspita tierra de nadie en la frontera entre el reino alauí con Argelia y uno de los que consiguió arrastrar su cansancio y su frustración ayer de vuelta a la ciudad marroquí de Oujda, donde entran y salen y vuelven a entrar los clandestinos en un ir y venir infinito.

A Narcis, y al resto de los camaradas que convivieron con él durante unos días en Isla de Tierra una pequeña formación rocosa de soberanía española y a pocos metros de la costa marroquí, le engañaron en su camino hacia Europa y su regreso a Marruecos. Y no una, sino dos veces. Primero, las mafias que le condujeron hasta Tierra. Le habían prometido que su destino sería Melilla, pero le dejaron a 100 metros.

La segunda vez, la Guardia Civil también les prometió que les conduciría hasta Melilla: «Se comprometieron a trasladarnos allí, pero nos dijeron que, como el mar estaba muy agitado, nos tenían que desembarcar primero en la playa de Sfiha, en Alhucemas, y que de allí nos conducirían a Melilla por tierra».

Ninguno creyó las palabras de los agentes. «Les preguntamos que por qué no habían venido con la Cruz Roja, y que por qué habían aprovechado la noche para sacarnos de la isla», relata Narcis en un café situado en la parte de atrás del campus universitario de Oujda, ciudad donde se concentran miles de candidatos a la inmigración clandestina.

«Teníamos mucho miedo, y algunos empezaron a oponer resistencia; supimos que eran de la Guardia Civil porque estaba escrito en sus chaquetas». Según Narcis, los agentes argumentaban que era el Gobierno español el que había decidido que el operativo se realizara de esa forma.

«Y nos invitaron a acompañarles porque, decían, no teníamos alimentos, ni bebida y por las noches hacía mucho frío y durante el día mucho calor». Aun así, muchos de los subsaharianos se resistieron a abandonar el peñasco donde ondea la bandera española. Y «a algunos de ellos los tuvieron que desalojar con las manos atadas». Narcis no sabe precisar cuántos viajes hizo la embarcación española desde Tierra hasta la playa, «pero cada vez trasladaban a una decena de personas».

«Yo recibí un fuerte empujón de un agente, caí al suelo y me he lastimado mucho», dice señalando uno de sus ojos, ensangrentado.

Al desembarcar en Sfiha, «nos metieron en unos vehículos blancos, luego en los autobuses y de ahí nos llevaron hasta la comisaría de Oujda, desde donde fuimos expulsados a Argelia».

La mayor parte de los 73 inmigrantes de Isla de Tierra (malíes, cameruneses, marfileños y congoleses) ya había regresado ayer a Marruecos. La asociación Beni Znassen por la Cultura, el Desarrollo y la Solidaridad (ABDCS), que trabaja en Oujda con los subsaharianos, recogió el testimonio de al menos una veintena de ellos en el campus universitario.

Narcis formaba parte del segundo grupo de inmigrantes que llegaron al islote el domingo. «Pasé allí dos días; la Policía española se acercaba para lanzarnos un bocadillo y una botella de agua al día pero, como las lanzaban al aire, no siempre había para todos, porque algunos, los más fuertes, se llevaban ración doble».

El primer día que Narcis estuvo en Tierra, «entraron los españoles y nos hicieron fotos y nos filmaron». Poco después, «vinieron y se llevaron a dos de las mujeres, una embarazada y otra con un bebé, y a algunos menores». Pero no todas las mujeres, asegura, fueron trasladadas.

De hecho, según Narcis y el testimonio de la ABDCS, en el campus de Oujda hay una mujer con una niña de entre 5 y 7 años, Elizabeth, que aseguran ser la hermana y la hija de una de las mujeres que España trasladó a Melilla y que está hospitalizada. Al terminar de responder a una de las preguntas, Narcis tiene que dar por finalizada precipitadamente la conversación. Está asustado. De la policía, pero también de las mafias que controlan el campus. La consigna ayer era clara: nada de medios de comunicación. Con una mirada de uno de los jefes del campamento sobra. Narcis deja la mesa y vuelve con los suyos. Ahora, toca volver a empezar.

>Videoanálisis de Erena Calvo.

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