La última carrera de Samia

La atleta somalí de 17 años que el mundo aplaudió en los Juegos de Pekín encuentra la muerte a bordo de una patera

La Vanguardia, XAVIER ALDEKOA Johannesbugro. Corresponsal, 21-08-2012

Dónde está Samia? Hace cuatro años, durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la atleta somalí de 17 años Samia Yusuf Omar se convirtió en un ejemplo de superación. Ella era una de los dos únicos representantes del país africano en la cita olímpica y corrió la prueba de los 200 metros con tanta alma como poco éxito. Somalia, en el caos desde 1991 e inmersa en una guerra fratricida, no era país para entrenamientos. “Algunas mañanas me encuentro con calles bloqueadas por el ejército o las milicias y no puedo entrenarme”, señaló entonces a la BBC. Pero no por eso se rindió. El estadio supo premiarle por ello: aunque llegó la última, a una distancia abusiva de las demás, las gradas le brindaron una gran ovación. Al final de la carrera, desató la alegría: “Ha sido una experiencia bellísima, he llevado la bandera de mi país, ¡he desfilado con los mejores atletas del mundo!”.

Los medios de comunicación de todo el mundo se rindieron a su inocencia, la encumbraron durante unos días. Luego los aplausos se acabaron. No se volvió a hablar de ella. En Londres 2012 nadie preguntó por Samia. O casi nadie: el mediofondista somalí Abdi Bile, oro en los 1.500 metros en el Mundial de atletismo de Roma en 1987, recuperó su historia hace unos días, en una escena que recogió la periodista italosomalí Igiaba Scego. A Bile le costó contener el llanto. Durante una reunión del Comité Olímpico Nacional de Somalia, Bile preguntó al público con la voz rota: “¿Sabéis qué fin ha tenido Samia Yusuf Omar?”. Nadie contestó. “La niña está muerta –continuó–, murió por intentar llegar a Occidente. Cogió una patera desde Libia que la debía llevar hasta Italia, pero no lo logró. Era una gran atleta. Una chica espléndida”. Los presentes, sin saber qué decir, rompieron a aplaudir.

Desde Mogadiscio, el periodista Abukar Albadri dice que los medios somalíes han publicado la noticia en periódicos y radios pero sin reverencias. “Era una deportista muy conocida, se hizo muy popular cuando corrió en Pekín y la gente le tenía estima. Han publicado noticias pero no muchas porque ahora el país está como loco por la política”, explica. Somalia atraviesa una semana clave para su futuro: tras el fin ayer del gobierno de transición debe escoger nuevo presidente. Además, el poco espacio deportivo en los medios locales está reservado a la nueva estrella del país: aunque corrió para el Reino Unido, el atleta de Mogadiscio Mo Farah, oro en los 5.000 y 10.000 metros, es el nuevo héroe.

No hay demasiado espacio para historias tristes como la de Samia. Y el caos somalí tampoco invita a homenajes. El Comité Olímpico Nacional de Somalia, contactado ayer por este diario, no tenía ni idea de la suerte de la niña que enamoró al mundo en 200 metros. “¿La chica que corrió en Pekín?”, responde un tipo con tono de extrañeza. Habla en somalí con otro compañero y su respuesta define el caos de un país: “Creo que murió en abril, en un atentado suicida junto al teatro nacional”. Pero se confunde. Ese día murió el jefe del Comité Olímpico Somalí. Al volver a insistir en una segunda llamada, el tipo duda un momento, balbucea un “puede ser” y cuelga.

En realidad, la ilusión de Samia parece que acabó por un mal golpe de mar. Tras marcharse a vivir a Etiopía en el 2011, emprendió un viaje de todo o nada hacia el norte. Atravesó Sudan y llegó a Libia con el atletismo entre ceja y ceja. Samia no huía, iba en busca de su sueño.

Su entrenador, Mustafa Abdelaziz, declaró al Corriere della Sera que la atleta quería llegar a Italia para continuar su carrera deportiva. Abdelaziz explicó que su madre incluso vendió un pequeño terreno para que pudiera financiarse el viaje y escapar de la guerra. Después la pista se perdió. La única prueba de su fatal destino es un papel con su nombre. Segun Abdelaziz, los supervivientes avisaron de que durante la travesía habían tenido un accidente y mostraron una lista con los nombres de los fallecidos. Y entre ellos estaba el de la niña más veloz de Somalia.

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