El sueño olímpico ahogado en miseria

Una atleta somalí muere cuando intentaba llegar a Europa a bordo de una patera

El Mundo, SORAYA MELGUIZO MILÁN ESPECIAL PARA EL MUNDO , 21-08-2012

En los últimos 12 meses unos 17.000 inmigrantes llegaron a las costas italianas. Una cifra récord, sobre todo por la llegada de personas que huían del conflicto en Libia y Túnez, según el Ministerio del Interior italiano. Menos suerte tuvieron las más de 2.000 personas que perdieron la vida en el Mediterráneo. Una de ellas fue la atleta africana Samia Yusuf Omar, una de los dos deportistas que participaron en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 representando a Somalia.

Con 10 segundos de diferencia respecto a sus compañeras y acompañada por los aplausos del público, Samia acabó la carrera de los 200 metros exhausta, pero feliz. Eran 10 segundos que la alejaban del podio y que la hicieron llegar la última, pero Samia, campeona olímpica en espíritu deportivo, no se rindió y celebró su llegada como si se tratara del mayor de los triunfos. «Ha sido una experiencia maravillosa. He llevado la bandera de mi país y he desfilado con atletas de todo el mundo», dijo a su regreso a Mogadiscio.

Ni siquiera la derrota sirvió para que la joven de 17 años renunciara al sueño de ser una gran atleta, tan admirada en su país como Abdi Bile, medalla de oro en los 1.500 metros del Mundial de atletismo de Roma en 1987. Todo un héroe nacional y el espejo en el que mirarse. Fue él quien, durante una reunión del Comité Olímpico Nacional de Somalia, quiso recordar el triste final de una joven que con apenas 21 años luchó sin descanso para alcanzar su sueño.

Durante estos últimos cuatro años la atleta continuó entrenándose mientras ayudaba a su madre, viuda de un fallecido en la guerra, a sacar adelante a sus cinco hermanos. Su objetivo era Londres 2012, pero la guerra en Somalia que el país sufre desde hace más de 20 años no dejaba mucho hueco a la esperanza. Como muchos otros de sus compatriotas, Samia decidió hace unos meses jugarse la vida en busca de un futuro mejor en Europa y se subió a una de las tantas barcazas que cada día parten desde el norte de África con destino a las costas italianas. La suya tenía origen en Libia. Un país también maltratado por una guerra interminable. Nada nuevo para los ojos de la joven deportista. Sin embargo, el destino soñado en Europa se convirtió en pesadilla y Samia no llegó nunca a pisar la tierra prometida.

«Murió intentando alcanzar Occidente. Había tomado una barcaza en Libia que la debía llevar hasta Italia. No sobrevivió. Era una atleta estupenda y una espléndida chica», recordó Abdi Bile. Una historia más entre las miles que viajan a bordo de barcazas sin agua ni comida, pero con la diferencia que Samia había sido, al menos durante unos días, una estrella en su país.

Sólo este fin de semana 400 personas llegaron a Lampedusa a bordo de distintas embarcaciones. «Los datos oficiales hablan de unas 6.000 personas muertas pero sabemos que hay muchas más víctimas de los viajes de la esperanza», dice el alcalde de Lampedusa, Giusi Nicolini.

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