El pequeño supermercado instalado en pleno vestíbulo del colegio público Mario Benedetti de Rivas Vaciamadrid desconcierta al visitante. Se venden yogures y quesos de verdad y chuletas y naranjas de plástico. Los niños de entre cuatro y 10 años van allí una vez a la semana, dentro de la clase de Matemáticas o de Lengua, para simular que compran o venden cosas.

Mientras juegan a ser tenderos, aprenden a hacer las cuentas, a manejar el dinero y a utilizar el sistema métrico decimal. Hay una sección de mercería que sirve para conocer los metros; una balanza que familiariza a los críos con los kilos, y botellas de agua para explicarles los litros.

«No es suficiente con que un niño aprenda a sumar o restar, sino que tiene que aplicar esta cuenta en un contexto real», explica la profesora María Francisca Pérez, responsable del proyecto. En el colegio, ubicado en una zona limítrofe con la Cañada Real, conviven chicos españoles de clase media de Rivas Vaciamadrid con una mayoría de alumnado inmigrante sobre todo marroquí y un pequeño porcentaje de etnia gitana. El objetivo no es sólo reforzar las estrategias matemáticas, sino también el lenguaje, la solidaridad y las interacciones entre unos y otros.

Los resultados han sido espectaculares. Por ejemplo, en resolución de problemas y desarrollo de la lógica, los alumnos han mejorado un 20%, mientras que en cálculo mental la nota media se ha incrementado un 50%. Los niños, además, acaban apasionados con las matemáticas.

Como el colegio va a ser bilingüe a partir de este curso que arranca, se van a cambiar los letreros informativos de los productos del supermercado para ponerlos en inglés.