Tienen ONU, ¡nosotros dos!

Diario Sur, TEODORO LEÓN GROSS En twitter: @teoleongross, 01-08-2012

El penúltimo informe de la ONU describe un paisaje inquietante: el umbral de la pobreza se extiende como aceite cubriendo segmentos de la sociedad hasta ahora protegidos. La cuarta parte de los menores se mueven al otro lado de la línea roja; donde la alimentación no es una garantía. Los más desfavorecidos cada vez están más desfavorecidos, y ya no discapacitados o inmigrantes a los que el sistema da descaradamente de lado, ni siquiera mujeres y niños cuyos derechos se van recortando peligrosamente, sino cualquier trabajador… Y no se trata de El Salvador o de Birmania o de Ruanda. El informe trata de España.

Estamos preparados para un informe de la ONU alertando sobre la situación en Darfur, pero no para un informe de la ONU alertando sobre la situación en España. Eso rompe los esquemas. Mentalmente se tiene interiorizado que la ONU alerte de los niños en guerra de Sierra Leona o las mujeres en Afganistán o los derechos humanos en Gaza, pero no del tumor social de los recortes en una España en crisis. Vale que la ONU ponga el foco en las condiciones de los mineros en China, pero se hace raro que alerte de las pensiones en España desplomadas bajo la cota de subsistencia; vale que la ONU ponga los focos sobre países donde se criminaliza la homosexualidad, pero se hace raro que denuncie los desahucios multiplicados aquí sin suficiente amparo legal; vale que la ONU ponga los focos en la crisis del Sahel… pero se hace raro que alerte de las condiciones en España en su Informe Económico y Social. Y sin embargo también aquí hay motivos para la alerta.

La situación social se deteriora en un clima desalentador. Y la prima de riesgo o el Ibex ocupan titulares estridentes, pero ese drama parece cada vez más silencioso. El paro vende mal, porque le falta espectacularidad. La cifra de cinco millones sí es imponente, también seis millones, pero el día a día de la desesperanza no.

Sin embargo hay indicadores que, incluso desprovistos de cualquier carga retórica, retratan el deterioro: una de cada cuatro personas paradas, casi tres millones de larga duración en un camino sin retorno, más de la mitad de los jóvenes sin trabajo, dos millones de familias fuera del mercado. e incluso la UE advierte de la precarización, advirtiendo de los contratos sin categoría de contrato que eternizan ilegalmente el rol de becarios. Claro que ante todo eso siempre se puede mirar para otro lado. O, como ha hecho el Gobierno, mantener oculto el informe en un cajón bajo la lógica de ‘ojos que no ven.’. O incluso se puede, como en el franquismo de la plaza de Oriente, tirar de raza desdeñosamente exclamando «Si ellos tienen ONU, ¡nosotros tenemos dos!». Con un par.

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