Un puente entre el islam y Bilbao

Rachid trabaja desde la mezquita de Concepción por una mayor integración de la comunidad islámica

Deia, José Basurto, 30-07-2012

Bilbao

RACHID entró en España de forma ilegal pero no tuvo que jugarse la vida cruzando el estrecho en una patera o en los bajos de un camión. “Eso es para los jóvenes”, dice, “yo pasé la aduana normal”. Sin embargo, no desvela qué triquiñuela empleó. El caso es que salió de Marruecos con 35 años dejando en su ciudad natal, Salé, cerca de Rabat, esposa y dos hijos. Confiesa que nunca había pensado en abandonar su país, pero una tentadora oferta de trabajo como cocinero en un restaurante de la capital vizcaina le hizo cambiar de opinión. Así que en 2001 se trasladó a Bilbao dispuesto a progresar económicamente y buscar un futuro mejor para él y su familia. Tuvieron que pasar cuatro años hasta que Rachid pudo llevar a cabo el reagrupamiento familiar. Durante ese tiempo tuvo la oportunidad de cambiar de profesión, se pasó a la construcción, y de conseguir los ansiados papeles. Pero un accidente de trabajo truncó hace más de un año su vida laboral y actualmente se encuentra realizando los trámites para conseguir la invalidez total. El tiempo que ha estado de baja le ha permitido dedicar más tiempo a la comunidad islámica a través de la asociación Alforkan, de la que es presidente. Como tal es el responsable de la puesta en marcha la nueva mezquita de Bilbao La Vieja, ubicada en la calle Concepción. Rachid trabaja desde hace años en favor de la integración de los musulmanes en la sociedad vizcaina. Lleva tiempo construyendo puentes entre el islam y Bilbao. Y él cree que lo está consiguiendo.

Lo que más le impresionó a Rachid nada más pisar Bilbao fue “la cantidad de policías que había por las calles”. “Yo pensé que había pasado algo”, dice ahora, once años después de su primera vivencia en la capital vizcaina. Llegó en autobús procedente de Castro, donde vivía un hermano, el verdadero culpable de que Rachid se convirtiera de la noche a la mañana en inmigrante. “Lo primero que hice”, recuerda, “fue dirigirme a la mezquita, que entonces estaba en la calle Dos de Mayo; allí hice mis primeros contactos y me ayudaron a encontrar alojamiento en Bilbao”.

Cocinero Tal y como le habían prometido, comenzó a trabajar en un restaurante como cocinero, el oficio que había ejercido en Marruecos desde los 17 años. Pero al poco tiempo decidió cambiar de profesión. “La cocina es muy sacrificada, no tienes tiempo para nada, así que, como tuve la oportunidad, me pasé a la construcción”. Eran otros tiempos. El boom inmobiliario absorbía toda la mano de obra disponible. Y Rachid cayó en buenas manos. “Tuve la suerte de conocer a buena gente, a un buen empresario, a un jefe que me ayudó mucho, un maravilloso jefe”, señala. De esa forma encontró estabilidad laboral y pudo regularizar su situación en 2004. “Fue duro aguantar los primeros tres años sin la familia, pero al final conseguí los papeles, pude viajar a Marruecos y volver a Bilbao con todos ellos”, recuerda. Las cosas le fueron bien. Tuvo un tercer hijo, este ya nacido en Cruces, y se mudó de casa, a Portugalete, donde ahora vive “porque el alquiler era más económico”. Hasta que un accidente laboral le dejó maltrecho. “Tengo una lesión lumbar que me provoca muchos dolores en la espalda”, explica. Tiene asimilado que ya no va a poder trabajar más en la construcción. Por eso se ha volcado en la comunidad musulmana. “Me dedico plenamente a ello”, dice, “porque la comunidad me ha aceptado como líder, como su representante, y para mí es una obligación, un deber defender sus intereses”. Rachid, por tanto, se encarga de “ayudar a los demás, de buscar caminos de convivencia con los vecinos del barrio”. “Es un trabajo de convivencia para poder conseguir la integración de la comunidad musulmana en Bilbao”, explica. Una convivencia, que a su juicio, se está consiguiendo gracias a que “cada vez viene más gente a la mezquita”. “Estamos contentos”, resalta, “porque muchas personas están volviendo al buen camino, vienen aquí y se quitan de estar en la calle; es decir, no fuman, no beben, no se pelean, no roban… esas cosas que dan una mala imagen de la comunidad musulmana”.

RAmadán Rachid se muestra orgulloso de “este cambio, que nos está dando más fuerza para seguir trabajando”. Un trabajo que se intensifica estos días con motivo del Ramadán, ya que la nueva mezquita, la más grande de Euskadi, está siendo muy visitada. “Lo que tenemos que conseguir ahora”, dice, “es que la gente no se olvidé de Alá después del ramadán”. Este mes de ayuno es sagrado para los musulmanes. “Es fácil llevarlo, la primera semana se hace un poco dura, pero luego el cuerpo se acostumbra”. “Sirve para limpiar el cuerpo”, apostilla. Y también el alma, según él. “Espiritualmente es cuando más en contacto se está con Alá, por eso el ramadán sirve para cargar la batería”, señala gráficamente.

Gracias a sus creencias y a su carácter, Rachid se encuentra muy a gusto en Bizkaia, donde piensa seguir muchos años. “Yo estoy muy contento aquí porque nunca me he sentido discriminado, ni en el trabajo, ni en el barrio y además, mis hijos están muy integrados”, dice. Va echando raíces. Tanto es así que ya tiene una nieta. Pero de lo que se siente orgulloso es de “trabajar por la comunidad islámica”. Así es Rachid, siempre positivo y construyendo puentes entre el islam y la capital vizcaina.

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