La Bestia, el tren de la muerte, se ha detenido. Varios miles de indocumentados centroamericanos deambulan por el estado mexicano de Veracruz desde que, hace más de 20 días, las lluvias que trajo un huracán hundieron un puente más al norte. Lo que iba a ser un duro viaje de unos días hacia el sueño americano se ha convertido en un calvario más largo. Como señala el activista Irineo Mújica, la parada del tren de carga que utilizan los emigrantes está provocando ya «una crisis humana en esta y otras zonas del país».

Mújica es miembro del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), una de las organizaciones que trata de ayudar a los que han visto interrumpido su camino hacia EEUU. Solo en Coatzacoalcos, la ciudad petrolera del sur de Veracruz, hay unos 3.500. La mayoría se han hacinado bajo los puentes del tren, a la espera de que la Bestia vuelva a silbar. Hacen incluso una manifestación, para que no les

«culpen de la inseguridad».

El MMM advierte en un comunicado de que «los inmigrantes, entre los que se encuentran mujeres embarazadas, niños y algunos enfermos, se enfrentan al riesgo de contraer todo tipo de infecciones, ya que permanecen, se alimentan y duermen a unos pasos de donde muchos defecaron y orinaron». El ayuntamiento instala letrinas; la Cruz Roja atiende a más de 60 enfermos y distribuye agua y comida.

Otros simpapeles, unos 400, emprenden el camino a pie para tratar de llegar a la estación de Tierra Blanca, a 300 kilómetros. En nombre de ellos, Irineo Mújica manifiesta: «Pedimos paso libre por las zonas afectadas; ya no se puede seguir deteniendo el flujo de inmigrantes», que entran por Chiapas desde Centroamérica. Los albergues del camino, levantados por la Iglesia junto a las estaciones, están saturados.

Repatriaciones

Los caminantes soslayan los retenes del Instituto Nacional de Migración (INM), al que, no obstante, ya se han entregado para ser repatriados 240 emigrantes desesperados. Rafael Pretelin, delegado del INM en Veracruz, recuerda: «No pueden tener el paso libre. Lo mejor es que se acojan al sistema de retornos voluntarios».

A pie, con la ayuda de esos veracruzanos que lanzan fruta a los que viajan a lomos de la Bestia, no sufrirán el peligro constante de que el sueño los haga caer a la vía. Pero, superada la zona de las pandillas que los asaltan, entran ahora en territorio de Los Zetas, el grupo que suele secuestrarlos en masa para exigir rescate a sus familiares o enterrar