Najiba tenía 22 años. Estaba casada,
pero según sus asesinos, no había
cumplido con la fidelidad que
debía. La ejecución sumaria de esta
mujer ha servido de recordatorio
de la barbarie que nadie ha sido capaz
de erradicar de Afganistán.
En el vídeo difundido en internet
se ve cómo un hombre se le
acerca y le dispara. Otro proclama
que «el adulterio es un camino
equivocado», entre gritos y muestras
de alegría de los más de un
centenar de espectadores.
La Policía afgana acusó a los talibán,
pero un portavoz del grupo
aseguró que no son los responsables
de la muerte, que se debió a un
«conflicto tribal». El portavoz del
Gobierno provincial de Parwan –escenario
del asesinato– explicó que
Nabija había sido apresada por los
talibán tras mantener relaciones sexuales
con uno de sus comandantes,
que fue asesinada una hora
después y que su presunto amante
logró fugarse.
Precisamente, los derechos humanos
son uno de los asuntos que
Afganistán se comprometió ayer o
amejorar a cambio de la ayuda de
13.000 millones de dólares que los
donantes le ofrecieron en Tokio.
Además, prometió lucha r contra la
corrupción y el narcotráfico.